Riesgo sistémico es, según la definición de Swiss Re, “el peligro de que un evento cause una pérdida de valor económico y de confianza en el sistema financiero, con llevando graves repercusiones para la economía real”. El sector asegurador tiene muy claro que esta actividad no constituye foco alguno de riesgo sistémico. Pero no tiene tan claro que las autoridades europeas estén plenamente convencidas de ella, máxima cuando quieren someter al sector a normas más estrictas.
En este sentido, el presidente de Eiopa, el supervisor europeo de seguros, Gabriel Bernardino, aprovechó la Segunda Conferencia anual de la institución para insistir en que «debemos limitar transferir al sector asegurador cualquier incentivo potencial para asumir riesgos típicos del sector bancario«. Y para lanzar una advertencia: «Si los grupos de seguros desarrollan en sus negocios actividades que no son tradicionales o aseguradoras, deberían esperar ser tratados en relación a esos negocios como si fueran bancos«.
El temor del seguro a ser incluido dentro de las actividades capaces de producir riesgos sistémicos tiene su origen en la quiebra de AIG, la mayor aseguradora del mundo en ese momento y uno de los detonantes de la crisis financiera internacional que estalló en el verano de 2007 por el colapso del mercado hipotecario subprime en Estados Unidos. Camilo Pieschacón, autor de “Riesgo sistémico y actividad aseguradora”, que ha recibido el VI Premio Internacional de Seguros Julio Castelo Matrán de la Fundación Mapfre, critica “la falsa analogía de que se trataba de la crisis de una entidad aseguradora, cuando en realidad no fueron sus operaciones de seguros las que originaron su quiebra técnica y rescate por parte de las autoridades”.
Esa confusión con la banca, error en el que según Camilo Pieschacón han caído “organismos internacionales de prestigio, como es el caso del FMI” y algunos supervisores nacionales, ha llevado a imponer al sector asegurador normas más estrictas de capital o márgenes de solvencia “de las absolutamente necesarias”. Este experto resalta la “gran similitud” entre Solvencia II y Basilea III, que se aplica a la banca, y que “buena parte de las normas contenidas en Solvencia II tienen su origen o inspiración en las normativas desarrolladas para el sector bancario, y han estado influidas por la actual situación de crisis económica en el ámbito europeo e internacional”.
Observatorio de Riesgos Asegurables
La primera propuesta es el diseño de un plan estratégico para el seguro en España, recuperando el realizado en 1974 y su posterior actualización por ICEA. Otra, un mecanismo de autocontrol a través de un Código de Ética Aseguradora. También, la creación de un Observatorio de Riesgos Asegurables, para identificar aquellos que no están siendo objeto de cobertura en los mercados de seguros, ya sean nacionales o mundiales. También se propone la difusión de las investigaciones sobre riesgo sistémico que hace Geneva Association. Además, las aseguradoras españolas deben reforzar la valoración de los riesgos, su prevención, y mejorar la gestión interna de los mismos.
El sector debe hacer valer ante reguladores y supervisores que la actividad aseguradora “no constituye foco alguno de riesgo sistémico”. Una de las principales preocupaciones es que algunas de las aseguradoras sean consideradas como sistémicas, ya que International Association of Insurance Supervisors (IAIS) habla de “actividades no tradicionales de seguros” y de “actividades no de seguros” en estos grupos. No obstante, esta institución precisa que “el núcleo del negocio asegurador no constituye un riesgo sistémico” y que ninguna actividad fuera de ese núcleo es “suficientemente sistémico-relevante” como para que el grupo sea considerado GSII: Globally Systemically Important Insurer, o aseguradora con riesgo sistémico global relevante.
La Geneva recomienda al sector “evitar, en la medida de lo posible, que actividades de riesgo potencialmente sistémico, realizadas por unas pocas aseguradoras en menor escala” pueda llevar a ser incluido entre las GSIFIS: Globally Systemically Important Financial Institutions, entidad financiera con riesgo sistémico global relevante.
Normativa más exigente
El sector teme que su situación financiera se vea afectada por el prolongado período de bajos tipos de interés y las dificultades de lograr un equilibrio adecuado entre plazos y tipos, al existir una apreciable brecha entre la duración media de los compromisos a largo plazo en los seguros de Vida y la de la cartera de inversiones.
Al mismo tiempo, teme las nuevas normativas más exigentes en supervisión, contabilidad, gobierno corporativo, transparencia, protección al asegurado, Solvencia II y las Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS). Pero Camilo Pieschacón cree que Solvencia II, aunque exija importantes inversiones, “consolida una mayor diferenciaciín con el sistema bancario” y, además, va a tener “un cierto efecto de depuración y mayor profesionalización en las compañías de seguros”.
Redacción inteligible de las pólizas
Pieschacón cree que “en muchas ocasiones la ininteligible jerga empleada por el sector dificulta la comprensión de los productos de seguros por parte de la población, hecho que influye en la demanda y confianza en la institución aseguradora”. Y que, siguiendo el ejemplo de algunos países, Unespa y la Dirección General de Seguros deberían constituir grupos interdisciplinarios, formados por actuarios, abogados, técnicos de comunicación y lingüistas, “con el exclusivo fin de redactar en forma inteligible y más coloquial las Condiciones generales de las pólizas”. Un primer paso es la iniciativa “Seguros para Todos”, emprendida por la Fundación Mapfre en colaboración con el Banco de España, la CNMV y la Dirección General de Seguros.
Efectos indeseables de la competencia
Camilo Pieschacón alerta de los “efectos indeseables” de la competencia en seguros. “El precio del seguro no se determina lógicamente del cruce de las curvas de oferta y demanda, sino solamente de la probabilidad de la ocurrencia del riesgo”, argumenta. “Todas las tentativas efectuadas para adaptar el precio a la demanda se han saldado con el fracaso, donde las primeras víctimas han sido los mismos asegurados”. “La competencia ilimitada suele ser perjudicial y ruinosa” para el seguro, añade.
“Cuando las primas son más que suficientes para cubrir los siniestros incurridos, suele desatar una competencia de precios que conduce a la reducción del nivel de primas suficientes. A partir del momento en que su nivel es inferior al de los siniestros, se producen importantes pérdidas y una crisis”, argumenta este experto.
Pieschacón recomienda que la competencia sea orientada “hacia criterios de calidad y servicio”, criticando las ofertas que seducen al asegurado “casi exclusivamente por su precio”
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