¿A que tenia razón mi padre? ¿A que sí, Díaz Ferrán?
Querido Gerardo, creo que vamos a tener la suerte de que vayas a la cárcel algún tiempo más que la prisión preventiva, y digo suerte, porque me da en la nariz que tienes mucho que contar y sobre mucha gente, y eso, significa pasaporte a la impunidad; pero mientras tanto, espero que entre rejas reflexiones sobre lo de trabajar más y cobrar menos.
La verdad es que me he quedado anonadado al saber que tenías un kilo de oro. Has tenido que picar un montón de rocas, has tenido que horadar medio mundo, tienes que tener las manos llenas de callos, tu manejo del cedazo tiene que ser espectacular… ¡Además, mira que eres listo! Qué mejor que picar roca para tener práctica en las fugas carcelarias. Y además puedes poner la excusa de que te picó la “fiebre del oro”.
¡Eres uno más de los genios de este país! Has conseguido en tu extenuante vida un kilo de oro, poner de uñas a millones de personas y estafar a la justicia. Así que te vendrá bien un ratito a la sombra, porque no tengo, desgraciadamente, ninguna duda de que reunirás la fianza y sólo estarás descansando un par de meses.
Aunque me cuentan que no es así, que los que picaron el filón fueron otros y que tú, con el mejor estilo del far-west, asaltabas las aerolíneas y con ayuda de tu banda de cuatreros esquilmabas todo aquello que se te ponía a tiro.
Aún me pregunto cómo conseguiste llegar a sheriff del condado empresarial, y es más, me pregunto cómo lograste mantenerte en el puesto sin que nadie te retase a duelo, ni te diese dos tiros por jugar con las cartas marcadas. Eso sí, al final, por caer en brazos de la madame del burdel “El fondo buitre”, has dado con tus huesos en la sombra.
Vaya saloon éste del “fondo buitre”, 5 estrellas en la guía “Spanish estafa”, conocido por sus recetas incontrolables por la justicia, amado hasta la estafa por los mayores sibaritas de las fortunas ajenas y cuyo plato más reconocido y envidiado en todo el mundo “Robo al aroma de crueles mercaderes”, aparece en la guía de carreteras “Dinero amarillo fácil”.
¡Con lo que más flipo de este saloon, es con que el hacedor de muchos hijos y nietos, visitante a diario de iglesias y catedrales, amigo carnavalesco de superman, boxeador de exministro y degustador de natillas, también lo visitó!
Y no sólo lo visitó, sino que tras pedir abruptamente en la barra un flan con sabor a rayo y una botella de dry sac, giró con parsimonia la cabeza y entornando los ojos descubrió unos guiños siniestros, una caída tierna de ojos por parte del Ángel del Cabo, mote de la madame, que le llevaron a la habitación del delito donde le mostraron las cosas que hacía su familia en lugares como éste, y no le quedó más remedio que entregar su fortuna robada a los que compraron sus bonos, a la madame.
Pero, resulta que no todos eran malos o… ¿sí? Y al entrar en el burdel “El fondo buitre”, el “Avispo”, no se dio cuenta de que había descabalgado a su fiel escudero, rápido pistolero, leal y sumiso, el mejor subalterno de la banda. Este, al verse solo y humillado y con el dolor en el alma por la traición, se arrastró por el estéril desierto de la cultura del pelotazo, y entre las llamadas de la serpiente cascabel que pedían ruina para el pueblo, los cactus punzantes de la desgracia de los engañados, se le secó la boca y cayó al duro suelo. La estafa y el engaño de su jefe en la banda “el aguijón asesino de ahorradores” ya no le daba ni para vivir. Había cobrado de su propia moneda.
Pero, tras ruines reflexiones y maquiavélicas maquinaciones, reptó entre las áridas dunas del mundo financiero, y al final del desierto encontró de nuevo su fe en la verdad y tras un poco de agua bendita que le ofreció la iglesia emergente del cristo de la venganza financiera, sació su sed y sin arrepentimiento ninguno, pero con todo el odio del mundo, el monosabio Juan Yborra confeccionó su venganza. Tras cerciorarse de que en España no hay pena de horca ni de garrote vil y sí muchas rebajas de condena, empezó a relatar, ante la autoridad, la historia jamás contada, que no por eso no intuida por el pueblo, del saloon “El fondo buitre” y sus clientes.
Y mientras vemos cómo termina esta historia de forajidos, estafadores, asaltadores de caminos, ladrones y demás gentes infames, vamos a preparar las fajitas o tortillas que hacían los vaqueros en los tiempos de far-west.
FAJITAS DE CARNE FAR-WEST
Ingredientes:
1 kilo de filetes de ternera cortados en tiras.
1 ½ taza de Mojo Criollo o de cualquier mojo envasado que venden en las tiendas.
1 cucharada salsa barbacoa o Ketchup, según gustos.
200 ml. de salsa de tomate.
200 gr. de nata líquida.
Aceite de oliva virgen extra.
Cebolla grande, cortada en tiras o rodajas.
1 cucharada de sazonador para carnes que se vende en bote (luego sirve para las paellas).
2 pimientos de cada, rojo, verde y amarillos, cortados en tiras.
200 gr. de guacamole (se utiliza el que viene en tarro congelado o fresco).
1 paquete de tortillas de harina de trigo o maíz.
Instrucciones:
En un recipiente mediano, con tapa, hacemos el mojo que consiste en mezclar y batir el mojo criollo, la cucharada de salsa barbacoa o de Ketchup, la salsa de tomate, la nata líquida y un chorretón de aceite.
Mezcle bien todo y una vez homogéneo introduzca en el mojo las tiras de carne crudas.
Déjelo en el frigorífico como una dos horas, y a partir de ese tiempo ya puede usarse, ya que ya habrá macerado la carne.
Para elaborar las tortillas o fajitas, saque el recipiente del frigorífico y déjelo reposar hasta que esté a temperatura ambiente.
Caliente en una sartén grande a fuego medio un buen chorretón de aceite y ponga las cebollas hasta que comiencen a dorarse, revolviendo ocasionalmente. Añada los pimientos a la sartén y saltéelos hasta que estén bien pochados.
Sazone las verduras con el sazonador para carnes.
Ponga todo en un plato de servir. Cubra las verduras con papel aluminio para mantener el calor. Ponemos un poco más de aceite en la sartén, y sacamos las tiras de carne del recipiente y las freímos a nuestro gusto.
A continuación sofreímos en la sartén el mojo, justo hasta que este bien caliente
Para servir, ponga unas tiras de carne, una cucharada de guacamole, otra de verduras y otra de mojo en el centro de cada tortilla y envuelva y disfrútelo.
Si sobra mojo, se puede guardar en la nevera como mucho una semana, y si no, se congela.
¡¡¡Buen provecho!!!
Patricio Sesma Granell es director de Bokado Madrid
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