El lujo naranja Hermés

10/12/2010

Carmen Duerto.

Hermés, celebra los 20 años de su primera tienda en España, la de Madrid. Tomando 3 metros de acera para reproducir la fachada del mismo escaparate que conservan desde hace 170 años y un interior mágico y efímero.

El día en el que toda España celebraba la Inmaculada y el regreso del gran puente, el poderoso Hermés, el mensajero, el dueño de la oratoria y a su vez, Heraldo de los Dioses, con su poder de persuasión consiguió que 500 personas fieles a la firma de color naranja, acudieran a celebrar el 20 aniversario de la tienda en la calle más elegante de Madrid, la de Ortega y Gasset. Allí el anfitrión; Eric Grellety contaba con los buenos oficios de Medems -al que la Casa matriz le encargó un menú auténticamente español en honor al país anfitrión con su rabo de toro y su jamón pata negra- y con Ramiro Jofre en la dirección escénica, que hizo un trabajo memorable. Difícilmente la convocatoria de Karen Azzinnari -el alma de todo- podía salir mal. Disfrutó muchísimo, la Marquesa de San Eduardo, tallada en gloriosos brillantes acompañada por su hijo Miguel Mas, que no llevaba joyas sino bufanda de visón porque pierde todas las joyas que se pone. Koki Font enamorada de Hermés y del movimiento que se está gestando en torno a su persona; el coquísmo. Una alternativa al lomanismo que ya cansa. Es una mujer imprescindible en los cenáculos sociales, una auténtica «it woman». Bibiana Fernández, gran admiradora de los Kellis, tanto como la Infanta Elena de sus artículos de hípica y el rey Juan Carlos, de sus corbatas. Aunque los reales no estuvieron en el cumpleaños, conocen esta dirección al dedillo. Carlos Urroz, defendía su ARCO sin flechas, como Artemisa. Y el caballero de la noche, el elegante Enrique Cornejo que se viste en Hermés. Según salía, se iba despidiendo, con apretón de manos a los hombres y a las mujeres les besa la mano, de todos los empleados, hasta de Igor, el portero de la tienda «todo el mundo es importante» y Cornejo un caballero.

Unos ángeles custodios –que en realidad querían parecer duendes- con enormes alas emplumadas en naranja, recibían en la acera a los invitados que se bajaban de sus coches con chófer. En el hall, del techo, cuajado de globos de oro, colgaban miles de noticias del año 1990, cuando se abría la primera tienda Hermés en España y en una moderna tableta electrónica, se dejaban las firmas de honor. En el interior, el siglo XXI. Los 25 muebles que exponen habitualmente sus ricas mercancías, se habían retirado para dar paso a los leds, al Dj’s, a los mimos y al cóctel. En menos de 6 horas, todo desaparecía y la boutique abría sus puertas como si nada hubiera ocurrido por la noche. De esta forma, Hermés recuperaba el sentido de la fiesta, una celebración sin fotocol, sin préstamos, sin «famosos de encargo» y sin compromisos. Una noche para disfrutar de buenas amigos, buenas viandas y en un marco incomparable el de la piel con el rojo Hermés, que para mí que es naranja.

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