A pesar de las previsiones de los mayas, tan certeras que alguno podría haber formado parte de este Gobierno sin problemas, se acaba 2012 con una noticia buena y otra mala para Rajoy. La primera que por fin ha cumplido algo, en concreto un año como presidente, y la segunda que ello obliga a hacer balance de una gestión que ha sido indigestión para la inmensa mayoría. Tan solo dos de los colectivos más vulnerables, los muy ricos y los muy directivos, parecen capear la crisis con desahogo. Así, las cien mayores fortunas acumulan en bolsa 78.518 millones de euros, un 24% más que un año antes, mientras que los altos ejecutivos se subieron el salario en 2011 el 7,3% con una nómina media de 279.300 euros. Datos ambos nada navideños habida cuenta de que en estas fechas, tan propicias para el amor fraternal y los buenos deseos, más que de comerte tú un polvorón te dan ganas de que alguno se atragante cuando dice que los esfuerzos están siendo equitativos.

A no ser que se refieran a que dañan por igual al trabajador que al jubilado o al enfermo que al estudiante sin posibles por poner un par de ejemplos entre decenas. Entonces sí que sí. Lo cierto es que el presidente se siente tan orgulloso de sus logros que, por si alguien, cual banco, no diera crédito si lo oyera de su boca, ha dejado testimonio de ello por escrito. En un documento de doce páginas, austeridad que no falte, resalta que ha preservado de todo mal los pilares del sistema en pensiones, sanidad y educación. No consta en el anexo del panegírico monclovita cuánto de ancho se quedó tras esa visión extrasensorial aunque sí se explaya de manera prolija en su relevante papel internacional. Por si usted no lo sabía, que eso de buscar curro o dinero para llegar a fin de mes entretiene mucho, Rajoy se ha reunido con 26 jefes de estado y 18 de gobierno ¿Qué? ¿Cómo se queda? Atónito sin duda. Es lo que tiene la facilidad para los idiomas. Al final te acabas entendiendo mejor fuera que dentro pese al ya legendario “it´s very difficult todo esto”.

Tan difícil como simple ha sido la táctica del Ejecutivo. Con la insistencia por bandera, repetir el mensaje hasta que cale por agotamiento, trata de demostrar que no hay alternativa a los brutales recortes. Una mentira tan grosera que no hace falta tener un máster en Economía Aplicada, sólo sentido común, para deducir que el balance de las cuentas se cuadra con menos gasto o con mayores ingresos. La falta total de medidas fiscales específicas para quienes más tienen, llámese impuesto sobre las grandes fortunas, restitución del de patrimonio en comunidades que prefieren esquilmar al débil antes que incordiar al poderoso, tasas a las transacciones financieras o modificaciones al vergonzante tratamiento de las Sicav, delatan que el problema de las finanzas públicas es económico pero su solución es fundamentalmente política. Y en este ámbito el Gobierno de Mariano Rajoy de lo único que puede presumir es de haber mentido más que nadie. Otra cosa es que luego, a la hora de votar, no sea tan largo el olvido como creía Neruda. Allá cada cual.