El 31 de enero ya parece no ser el tope para alcanzar un acuerdo entre la dirección de Iberia y los sindicatos que tendría como fin poner en marcha el plan de transformación de la aerolínea. Con todo, los responsables de la empresa no quieren que los plazos se dilaten y para ello han vuelto a convocar al sindicato de pilotos Sepla para el próximo 2 de enero tras el fracaso de la reunión anterior.

La empresa intenta evitar la táctica de dejar pasar el tiempo después de que el pasado miércoles la mesa de negociación se levantará sin ningún tipo de acercamiento. El fracaso en principio preocupa más a la aerolínea, por más que haya advertido que de no alcanzarse un acuerdo aplicaría el plan inicial que, en el caso de los pilotos, supondría el despido de 537 empleados.

Como en otras ocasiones, Iberia cuenta con un as en sus manos, aunque esté no le asegure el éxito de la partida. Y es que ha logrado separar de los más díscolos pilotos la otra parte de la plantilla, la más voluminosa pero no la que tiene las claves más importantes en las huelgas. Los sindicatos que representan al personal de tierra y de cabina están negociando el plan de viabilidad y, pese a las divergencias existentes y el recelo que en los trabajadores despierta la dirección británica -quizá el principal escollo-, el pacto parece posible.

A este complejo escenario se unen las divergencias por el controvertido segundo laudo de Jaime Montalvo, al que todas las partes implicadas se acogen en los contenidos que le son más favorables. Pero el factor que puede ser más influyente en el objetivo de respetar el calendario previsto es la intención de IAG de que la «crisis» de Iberia se encauce en las primeras semanas de 2013. En las actuales circunstancias y fechas el Gobierno se ha dado a sí mismo una tregua ante de volver a influir en el proceso, aunque en medios consultados desde los departamentos implicados se considera de momento un éxito el giro dado por la dirección de Iberia.

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