Estado del malestar

03/01/2013

Josep M. Orta.

Los números son fríos:4.848.723 lo malo es que detrás de cada uno de estos guarismos hay como mínimo una persona y como posible una familia. Sin embargo para los gobernantes sólo son números y parece que no les tiembla el pulso a la hora de tomar medidas que vayan profundizando en los problemas de muchos españoles y creen la inseguridad ante el futuro de casi todos.

Ya sé que la Constitución es un desiderátum, pero también pienso que cuando habla del derecho a tener una vivienda digna, una justicia igual para todos, el garantizar la enseñanza o que todo el mundo tenga acceso a la sanidad implica que los legisladores o los gobernantes no puedan dictar normas contrarias a estos principios.

Costó mucho lograr el llamado estado de bienestar pero el tándem Zapatero-Rajoy les ha costado meses desmontarlo dejando desamparados a una parte muy significativa de la población. En un abrir y cerrar los ojos han cambiado las reglas del juego, empezando por la propia Constitución y han hecho oídos sordos a la indignación popular, bien agrupados por sectores o unificados en protestas conjuntas.

Tras años de pagar impuestos, ahora resulta que los servicios de primera necesidad que ha de garantizar el Estado sólo los pueden utilizar aquellos con la capacidad económica suficiente para pagarlos. El desapego de la población por la clase política es cada vez mayor, al igual que el desprecio de los politicos por la opinión pública, ya tienen la opinión publicada por los medios que les son afines. Su acción del gobierno no ha sido propuesta por ningún programa que fuera ratificado por las urnas (y esto vale tanto para el PP como para el PSOE), la labor que realizaron ambos partidos cuando estaban en la oposición no se ha visto refrendado por su actuación en el Gobierno (y esto también vale para ambos partidos).

La derecha no le cuesta adaptar su actuación a remolque de los acontecimientos. La izquierda –por el contrario- necesita un discurso y ahora se ha quedado huérfano de ideas con las que afrontar la actual situación.

Si el teórico objetivo de cualquier gobernante es dejar el país mejor de como se lo encontró cuando accedió al poder, los dos últimos presidentes se han lucido. No es extraño que en estas fechas muchos españoles expresen sus buenos deseos con un “feliz año peor”.

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