Fiel a su cita, siempre unas semanas antes de que comience el Foro Económico Mundial de Davos (se celebra del 23 al 27 de enero en la localidad suiza), Marsh elabora su “Informe sobre Riesgos Globales”, basado en opiniones de más de un millar de expertos y de directivos de empresas e instituciones financieras. Y lo hace con un planteamiento nada tranquilizador: la prolongación de la crisis financiera desvía la atención del cambio climático, en un momento en que se producen fenómenos meteorológicos extremos, y de otros riesgos existentes a escala mundial.
Llama la atención que estos riesgos preocupan más a los expertos más jóvenes que a los de mayor edad, que las mujeres se muestran más pesimistas que los hombres, y que los expertos norteamericanos consideran que estas amenazas tienen una mayor probabilidad de materializarse que los de otras regiones. También, que se mencionan «factores X», nuevas preocupaciones que requieren un mayor estudio. Entre ellos, el uso sin escrúpulos de la geoingeniería y las tecnologías que alteran el cerebro.
Las principales amenazas, según las conclusiones del informe de Marsh, son las “graves diferencias de renta” y los “desequilibrios fiscales crónicos”, lo que refleja la actual preocupación por la deuda soberana y, sobre todo, unas perspectivas ligeramente más pesimistas para los próximos diez años.
Tras un año marcado por fenómenos climáticos extremos, desde el huracán Sandy hasta las inundaciones en China, el “aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero” figura como el tercer mayor riesgo global. La “falta de adaptación al cambio climático” se considera el riesgo medioambiental que puede tener los efectos más devastadores en el próximo decenio.
«Estos riesgos globales son ante todo una advertencia para la salud de nuestros sistemas más críticos«, advierte Lee Howell, editor del informe y director ejecutivo del Foro Económico Mundial. Axel P. Lehmann, director de Riesgos de Zurich, señala que «ante el creciente costo de fenómenos como la supertormenta Sandy, las enormes amenazas a los países insulares y comunidades costeras y la falta de solución a las emisiones de gases de efecto invernadero, la advertencia resulta evidente, es hora de actuar«.
Pero el informe elaborado por el grupo Marsh & McLenan, con aportaciones de Swiss Re, Zurich, las Universidades de Oxford, Singapur y Pennsylvania (Wharton Center for Risk Management), señala tres grandes amenazas: “la salud y la complacencia”, “la presión sobre la economía y el medio ambiente”, y “los incendios digitales”.
“Los grandes avances de la medicina han hecho que el mundo caiga en una peligrosa complacencia. La creciente resistencia a los antibióticos podría llevar a nuestros sistemas de salud, que ya soportan una carga excesiva, al borde del precipicio, al tiempo que un mundo hiperconectado propicia la propagación de pandemias”, señala el informe. “Este riesgo se basa en las conexiones que existen entre la resistencia a los antibióticos, las enfermedades crónicas y las deficiencias del régimen internacional de propiedad intelectual, por lo que se recomienda más colaboración internacional y nuevos modelos de financiación”, añade.
Además, “los graves riesgos socioeconómicos están desbaratando los esfuerzos por hacer frente a los retos del cambio climático”. La crisis financiera internacional, que entra en su sexto año de existencia, provoca que “la comunidad internacional se muestre reacia a enfrentar una amenaza a largo plazo como esta, a pesar de los recientes fenómenos meteorológicos extremos”. Y que no se hagan “las inversiones estratégicas necesarias” para evitar el impacto del cambio climático en la economía y el medio ambiente.
John Drzik, director ejecutivo de Oliver Wyman, que forma parte del grupo Marsh & McLennan, argumenta: «Dos tormentas, la ambiental y la económica, se encuentran ahora en curso de colisión. Si no asignamos los recursos necesarios para mitigar el creciente riesgo de fenómenos meteorológicos extremos, la prosperidad a escala mundial de las futuras generaciones podría verse amenazada. Los dirigentes políticos, los líderes empresariales y los científicos deben unir esfuerzos para hacer frente a estos riesgos complejos«.
David Cole, director de Riesgos de Swiss Re, añade que “desgraciadamente, la lucha contra la crisis económica y la crisis del cambio climático ya no se considera una sola cosa, sino que se cree que es necesario elegir entre una o la otra”. “La idea de que no podemos encontrar soluciones para ambas ha ganado terreno”, concluye.
Consecuencias volátiles
“Desde la invención de la imprenta hasta la aparición de Internet, siempre ha sido difícil predecir la influencia que tendrán las nuevas tecnologías en la sociedad”, señala el informe, que destina varias páginas (de la 23 a la 27) a alertar de los riesgos existentes en las redes sociales. “Aunque ha sido una fuerza positiva en muchos sentidos, la democratización de la información también puede tener consecuencias volátiles e impredecibles, como los disturbios provocados por la difusión de una película contra el islam en YouTube”, añade.
Marsh destaca la forma en que la hiperconectividad existente en la sociedad permite la propagación de “incendios” en las redes digitales. Y vincula esta amenaza a la progresiva desaparición de “la función tradicional de guardián que cumplen los medios de comunicación”.
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