El timo del periodismo

09/01/2013

Josep M. Orta.

El catedrático Bernardo Díaz Nosty hizo un dramático retrato en Barcelona de la profesión periodística, del futuro que le espera y de la tomadura de pelo que sufren los miles de aspirantes a ejercer esta profesión.

Díaz Nosty explicó que en España actualmente hay una cuarentena de facultades que pretenden enseñar a treinta mil matriculados el oficio de periodista. En un momento que la profesión sufre una grave crisis, que el futuro de la prensa está más que cuestionada, que los viejos medios parece que están condenados y los audiovisuales se dedican más al porno periodismo que a la información.

En un momento que las empresas están abonados a los ERE’s jubilando a los periodistas veteranos –o no tanto- y sustituyéndoles por becarios de usar y tirar, parece un insulto que las universidades se dediquen a “formar” futuros frustrados que como máximo pueden aspirar –los más brillantes- a quedarse a impartir clases de una profesión que jamás han ejercido.

La información es cara, la investigación aún más, actualmente el drástica recorte de plantillas ha reducido la calidad de la prensa a niveles mínimos. “Para que ir si pagamos agencias” es una frase que ha sonado con demasiada frecuencia en las redacciones. Además un pontificador(tertuliano o comentarista que sabe de todo) sale mucho más barato que un informador.

Mientras los quioscos van cerrando y los que aún permanecen en activo se asemejan mucho a una de estas tiendas de “todo a cien” en las que los diarios tratan de captar audiencia ofreciendo –a cambio de cupones- mil y un productos todos ajenos al mundo de la comunicación.

La televisión –incluso la mayoría de las públicas- se dedican a la telebasura con gran éxito de audiencia, en la que nos explican la vida de unos personajes que son famosos por que salen por la tele y salen por la tele porque son famosos (a esto muchos le llaman periodismo de investigación).

En medio, los diarios digitales que han acogido a periodistas veteranos, gente con mucha experiencia y recursos, que han disfrutado de los tiempos en que los empresarios pensaban que dar noticias e interpretarlas podía ser rentable, se han visto expulsados de sus medios y se han refugiado en los nuevos sistemas para seguir defendiendo una profesión maravillosa. Es tratar de prolongar la época dorada del periodismo español, aunque la capacidad de estos medios –desgraciadamente- aún es muy limitada y los enemigos de los que pretenden explicar lo que sucede son muy poderosos.
Ante este panorama, que el Estado facilite que treinta mil estudiantes paguen un riñón en matrículas para hacerse periodista suena a sarcasmo y que en España haya una cuarentena de facultades en formarlos directamente es un chiste. Directamente suena a estafa.

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