Valencia, tercera capital española por sí misma, y el mar más cercano de Madrid, ve cumplido un sueño que empezó hace más de veinte años, cuando el gobierno decidió introducir en España el concepto de la alta velocidad (gran velocidad se llamaba entonces, como traducción del francés TGV, Train de Grande Vitesse), duplicando la red existente mediante la construcción de líneas dedicadas de ancho europeo que eliminasen la barrera técnica del ancho de vía diferente. Aunque se tratase de engancharse físicamente a Europa, la primera línea se quedó aislada de cualquier país vecino por una decisión política vinculada a la Expo 92 de Sevilla o a los orígenes del presidente Felipe González. Ello obligó a que el segundo proyecto integral fuese el que se suponía debería haber sido el primero: unir Madrid con Barcelona con vocación de llegar a Francia y formar parte de una red europea, dando de paso mayor vida y sentido al trayecto Madrid-Sevilla. Otra decisión política, derivada de la vinculación de José María Aznar con Castilla y León, hizo que el tercer esfuerzo se dirigiese a Valladolid, aunque con la excusa de ir acercándose a la España septentrional. Un capricho llevó el AVE a Toledo, ciudad a la que se tarda igual en AVE que en un Cercanías Civis, si éste, como el AVE, no para en estaciones intermedias. Una ministra malagueña llevó el AVE a Málaga e incluso el prodigio ferroviario fue conocido en Huesca hace ya bastante tiempo.

El caso es que Valencia nunca creyó que llegaría su hora, pero, al fin, después de muchos aplazamientos (el primer proyecto mencionó el año 2004; luego el 2006), el próximo domingo Madrid estará a una hora y 35 minutos de la capital del Turia. Y ha podido ser porque se ha renunciado a traer el AVE a su emplazamiento definitivo, una gran estación soterrada bajo la actual Estación del Norte, una obra que permitirá enterrar la playa de vías de ancho europeo e ibérico que ahora divide Valencia en dos, y que, cuando se haga, convertirá ese espacio en el Parque Central de Valencia. Entretanto se ha construido una estación provisional, la de Joaquín Sorolla, que se diría que tiene pinta de quedarse en definitiva por el empaque de su fisonomía.

391 kilómetros entre Madrid y Valencia en 95 minutos, lo que da una velocidad media de 249 kilómetros por hora, a cargo del tren Talgo-Bombardier S-112. Hace 45 años que Talgo debutó en la línea Madrid-Cuenca-Valencia, con unidades diésel que empleaban cinco horas y media en efectuar un trayecto casi idéntico. La campaña publicitaria de la Renfe sobre este nuevo servicio insiste machaconamente en que el AVE ha reducido la distancia entre Madrid y Valencia a una hora y 35 minutos. Pero no es cierto: la distancia es la misma; lo que se ha reducido es el tiempo de viaje. Aunque para campañas ridículas, las que han pagado la Generalitat Valenciana y el PSOE-PSPV atribuyéndose cada uno por su cuenta la autoría de la magna infraestructura.

La línea tendrá estaciones intermedias en San Antonio de Requena, bautizada como Requena-Utiel, y en Cuenca, en la nueva estación Fernando Zóbel, bastante  apartada de la ciudad, pese a que la estación ya existente dispone de una hermosa playa de vías para los escasos servicios ferroviarios que ya presta.

El AVE ha realizado este lunes su primer vuelo comercial simulado de ida  y vuelta Valencia-Madrid-Valencia, y ha alcanzado en muchos tramos la velocidad de 305 kilómetros por hora, lo que indica que a pleno rendimiento este artificio puede unir las dos capitales en una hora y cuarto.