Juntas uvas garnacha y tempranillo de unas cepas casi centenarias plantadas en Toro y tienes como resultado un Marqués de Riscal Viñas Viejas. Las uvas proceden de las viñas de más de 80 años cultivadas en pie franco en la zona de Villaester en Toro, donde los suelos arenosos protegieron todo el viñedo de esta área del ataque de la filoxera. El resultado obtenido es una edición limitada de 5.000 botellas de un vino rosado con el que los herederos de Marqués de Riscal han querido mirar al pasado, revisar su tradición vitivinícola y elaborar un vino vanguardista. La innovación no es nueva en los bodegueros “en los años 70 queríamos hacer vinos blancos de calidad. Tras una intensiva búsqueda, descubrimos que en Rueda podíamos usar la uva verdejo y posteriormente la sauvignon. Lo importante es saber qué tipo de vino quieres hacer y buscar la materia prima más adecuada”, es lo que comentaba Alejandro Aznar, presidente de Marqués de Riscal, en la presentación de la nueva criatura en la terraza del hotel Ritz de Madrid, donde tuvo lugar el estreno.
Para elaborar el Viñas Viejas, hubo que buscar un terreno y unas viñas que ya conocían pero que mezcladas en su justa medida, pudieran imprimir un mayor carácter al vino y que aportaran la esencia de las variedades Garnacha y Tempranillo. “Hemos seleccionado viñas de más de 80 años sin injertar, plantadas en un terreno sano y arenoso ubicado en las terrazas cascajosas más altas del río Duero que hace que el agua drene muy bien y permite cultivar las viñas en agricultura ecológica. Con una producción baja debido a la edad del viñedo, la vendimia se realiza de forma manual ya que son viñas cultivadas en vaso” Luis Hurtado de Amézaga, director técnico de Marqués de Riscal en Rueda, daba esta explicación y la completaba con el proceso de creación “es un rosado de sangrado natural donde sólo se aprovecha, después de una breve maceración, el mosto que fluye directamente de la prensa después de su llenado. La elaboración se realiza en la bodega que Marqués de Riscal tiene en Rueda. Hemos aprovechado la bodega de Rueda para hacer una original crianza del vino. Una vez terminada la fermentación, hemos utilizado lías seleccionadas de la variedad Sauvignon Blanc de nuestras fincas de la zona. Esta crianza sobre lías aporta un mayor carácter tiólico al vino, le da una mayor untuosidad y mejora su estructura en boca dotándolo de una gran personalidad”.
Según los entendidos, las variedades de Garnacha y Tempranillo combinan a la perfección para dar al vino una boca fresca y redonda, donde los aromas frutales son potenciados por unos meses de permanencia en contacto con lías finas de la variedad Sauvignon Blanc que aportan al vino frescura y complejidad. La Garnacha aporta frescor, buena acidez, notas florales y una intensidad de color baja. El Tempranillo aporta cuerpo y estructura, además de notas de frutos rojos y una mayor intensidad colorante. El resultado es un vino rosado “atípico” con una longitud en boca poco habitual y gran complejidad.
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