La transformación digital también requiere romper los techos de cristal

03/01/2018

Nuria Coronado, autora de Hombres por la Igualdad. Cualquier cambio debe buscar la paridad.

Decir que vivimos en pleno siglo XXI quizá suene de lo más avanzado, pero es puro marketing. Basta mirar alrededor para comprender que en realidad no hay tal progreso. Para avanzar, hay que mover ficha, romper estatus, salir de la zona de confort, arriesgar y hacer todo esto en pos de un bien común que nos dé a todos los seres humanos los mismos derechos y oportunidades. Y por desgracia, a día de hoy, hombres y mujeres ni tenemos los mismos derechos ni, por supuesto, las mismas oportunidades. Vivimos en un mundo tremendamente machista.

Como muestra sirva el botón de la brecha de género. Según el informe elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) a escala mundial (Global Gender Gap Report), las mujeres somos el 54,8% del total de estudiantes en la universidad y el 62,3% de los licenciados, pero menos de un 14% de nosotras llegamos a puestos directivos.

Aterrizando estos datos en España la cosa pinta aun peor. De los 144 países que aparecen en este informe, nuestro país ocupa la posición 29 en lo que a paridad se refiere, con un 27% de brecha global de género. El panorama más optimista apunta a que tendrán que pasar 169 años de nada para que hombres y mujeres estemos en igualdad de sueldos y oportunidades (el citado informe del WEF estima que, al paso que vamos, habrán de pasar otros 217 años para alcanzar una auténtica igualdad).

Seamos optimistas, hasta la llegada del año 2187, el talento femenino como recurso de creación de valor económico estará infrautilizado y las mujeres seguiremos teniendo que hacer un triple esfuerzo para ver realizados nuestros sueños profesionales y personales. Con nuestra presencia en el mercado laboral, el PIB global crece y se reproduce. Según se muestra en el estudio Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: tendencias del empleo femenino, la Organización Mundial del Trabajo estima que reducir la brecha de género existente en la tasa de actividad en un 25% para 2025 (compromiso del G20) provocaría en la economía española una ganancia de 34,5 mil millones de dólares (30,7 mil millones de euros). Esto supondría un incremento de 3 puntos porcentuales en la tasa de actividad femenina, lo que a su vez significaría que 500.000 mujeres entrarían en la mano de obra, con el consiguiente impulso del PIB.

Por eso hay que pegar un acelerón a este triste y lento paso. Tal y como me decía Juan Verde —exasesor político de Barack Obama e Hillary Clinton, de instituciones y empresas internacionales, y hoy al frente de la fundación Advanced Leadership Foundation—, en la entrevista que le hice para mi libro Hombres por la Igualdad, esta velocidad es absolutamente inaceptable e inadmisible. “Creo que tenemos que ser ambiciosos y exigir que esos cambios se produzcan con inmediatez. Las mujeres siguen cobrando hoy menos que los hombres, su representación política sigue siendo irrisoria. Los derechos de las mujeres no son algo que se deba pedir y esperar que se otorgue. Están ahí; hay que exigirlos y ponerlos en marcha. La única respuesta aceptable es la verdadera igualdad empresarial y política para la mujer. Es una lucha global que no terminará hasta que, alrededor del mundo, la igualdad entre mujeres y hombres sea una realidad tangible y no un sueño hacia el que vamos progresando a paso letárgico”, recalcaba.

No acelerar la igualdad en un mundo donde la tecnología, la nueva economía y la globalidad son santo y seña, es contraproducente e irónico, además de antidemocrático. Como también me comentaba Juan Merodio, “la tecnología y la nueva economía democratizan el acceso de la mujer al mundo laboral y empresarial, ya que le ofrece más canales para hacerse oír, trasmitir sus ideas o tener nuevas para generar su propio trabajo emprendiendo por distintas vías”. Y es ahí donde se demuestra el verdadero liderazgo empresarial. “Al final es un tema de ADN empresarial, de valores, y eso en sí no depende de la tecnología, sino de las personas que crean y dirigen las empresas”, añadía Merodio.

Y es que la transformación digital también va de romper techos de cristal. Uno de los factores más importantes de un proceso de transformación digital y el activo más transcendental de las empresas son las personas, por ello es imprescindible integrar y potenciar los valores de las personas y dar las oportunidades que cada uno merece y necesita dependiendo de sus capacidades y trabajo, no del género”, apuntaba Merodio.

Educar, la fórmula
No voy a descubrir nada si digo que la educación es la única fórmula con la que conseguir quebrar estos techos y realidades desiguales. Sólo con ella se pondrá fin a los estereotipos. Se pondrá fin a que el 51% de las mujeres que no son madres crean que, de serlo, renunciarían a su carrera profesional. Y se pondrá fin a que ocho de cada diez madres tenga dificultades para conciliar su vida laboral con la familiar, como destaca Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, en su campaña #YoNoRenuncio. “Las españolas sólo disponemos de 54 minutos de tiempo libre al día, después de haber realizado la doble jornada laboral (el trabajo remunerado y el trabajo del hogar no remunerado). Eso significa que el 80% de las madres profesionales de este país no concilian”, subraya Baena.

El mundo en general, y el laboral y profesional en particular, necesita de nosotras. Ojalá por una vez sea él quien nos ayude en lugar de sacarnos de él. Ese es mi deseo para el 2018 ¿se concederá?

Nuria Coronado Sopeña, periodista y autora de ‘Hombres por la Igualdad’.


Nuria Coronado Sopeña (en Twitter, @NuriaCSopena) es autora de Hombres por la Igualdad (Ed. LoQueNoExiste, 2017), un libro que es la declaración directa y comprometida de 16 aliados del feminismo, referentes en diferentes ámbitos, que ponen de manifiesto que la lucha contra el machismo no corresponde sólo a las mujeres. Coronado es responsable de Comunicación de Juan Merodio.

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