El horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que el de verano

27/10/2018

Miguel Ángel Valero. La Sociedad Española de Sueño defiende que la modificación de la hora en la madrugada del sábado al domingo sea la última y que se mantenga para siempre.

La Sociedad Española de Sueño (SES) aprovecha la ocasión para hacer oficial su posición al respecto y, «en base a la evidencia científica existente», aconseja que éste sea el último cambio horario y que a partir del mismo se mantenga de forma permanente el horario de invierno (GMT+1).

El argumento fundamental para esta posición es que «el horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que el del verano, algo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de diversas enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, el insomnio y la depresión».

El horario de invierno es el más beneficioso para la población, especialmente para los grupos más sensibles a los cambios de horario y a padecer trastornos del sueño y de la salud, como son los niños y las personas de edad avanzada.

El horario de invierno en España es el que permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar; y el que propicia tener una mayor exposición a la luz solar durante esa jornada, subrayan estudios realizados por la Universidad de Murcia. Facilita tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer.

Si el horario establecido de forma permanente fuese el de verano (GMT+2), explican en el posicionamiento, en algunas ciudades españolas el amanecer no se produciría antes de las 9,30 horas durante el invierno, mientras que en verano el anochecer no llegaría hasta las 22,00 horas. Según la SES, esta desincronización entre la luz y la hora, que ya se produce en los meses de verano, provoca que las personas tengan tendencia a acostarse más tarde por la noche y a despertarse más tarde por la mañana. Un desajuste que provoca que se tienda a dormir menos tiempo los días laborables y a dormir más los festivos, en una situación que, según la SES, puede favorecer un bajo rendimiento laboral y escolar y, de forma crónica, facilitar la aparición de enfermedades asociadas a la falta y a la mala calidad del sueño.

El control del sueño corre a cargo de un reloj interno situado en el cerebro que depende de factores externos como la temperatura y la luz. Según la SES, aunque el cambio solo sea de una hora, éste altera el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibra al reloj interno, que tarda varios días en reajustarse, algo que provoca que no sea infrecuente que durante los primeros días después del cambio de hora algunas personas refieran irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento laboral e insomnio.

Por ello, la SES defiende que éste sea el último cambio horario y que se promueva una mayor exposición a la luz natural cuando la mayoría de las personas están trabajando o aprendiendo en la escuela. Lo que ocurre durante el horario de invierno.

La Sociedad Española del Sueño recuerda que dormir adecuadamente las horas necesarias y mantener un ritmo regular del ciclo sueño-vigilia es uno de los pilares fundamentales de la salud.

Un sueño insuficiente, desorganizado y de mala calidad favorece la aparición de enfermedades tan frecuentes, graves y con tan alto impacto social y económico como el cáncer, la enfermedad de Alzheimer, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, el infarto de corazón, el ictus, la depresión y la ansiedad.

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