Manual para hacerse los suecos con las pensiones

05/12/2018

Miguel Ángel Valero. Lo que José Antonio Herce plantea es convertir las cotizaciones en una renta vitalicia, siguiendo el modelo de Suecia, donde a diferencia de España existe "una clarísima vinculación entre lo cotizado (no las bases de cotización) y lo percibido en forma de pensión para el resto de tu vida".

Las hemerotecas lo aguantan todo. Los buscadores de Internet, también. «A vueltas con las pensiones. Reflexiones, ideas y ocurrencias» (Verssus, 235 páginas), el libro de José Antonio Herce, posiblemente el mejor experto español en pensiones, es una buena demostración de esa gran verdad. Se trata de una recopilación de 65 artículos publicados entre 2010 y la actualidad, salvo su primera tribuna, publicada en El País el 9 de septiembre de 1984.

Son tribunas de un doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, socio director de Afi, y profesor de Afi Escuela de Finanzas, que no sólo no han perdido actualidad, sino que ponen de relieve que ya en 1984 se ponía de manifiesto que «la Seguridad Social española es una gigantesca compañía de seguros que factura en primas el 10% del PIB y paga ‘siniestros’ por valor del 12% sin tener capitalizados dichos compromisos».

Que cuando se habla de financiar las pensiones con impuestos, lo que en realidad se quiere decir (aunque se trate de ocultar) es que «tendríamos que subir la presión fiscal unos diez puntos de PIB».

Herce, que tiene un carácter didáctico y divulgador poco frecuente entre los expertos en estas cuestiones, resume muy bien el problema de las pensiones: «financiar vidas cada vez más largas en jubilación con carreras estancadas o cada vez más cortas de cotizaciones». El sistema público de pensiones no es sostenible «por la sencilla razón de que cada vez vivimos más años en jubilación en relación con los años que pasamos trabajando y cotizando».

La longevidad, culpable

Porque el problema reside en la longevidad. Cuando «el mejor seguro de longevidad jamás inventado es la Seguridad Social«. «La edad de jubilación a los 65 años se estableción hace más de cien años, cuando la esperanza de vida era inferior a los 40 años», explica Herce. La Alemania unificada de Bismarck y Guillermo II fue la primera nación en adoptar un sistema de seguro de vejez e invalidez en 1889. Entonces en Alemania la esperanza de vida era de 45 años y la edad de jubilación, de 70 años.

La solución a este problema no pasa desde luego por la prejubilación, que calfiica de «enorme discriminación por edad» y de «inaceptable despilfarro de experiencia».

«No hay solución que no pase por aumentar el esfuerzo contributivo (por la vía del ahorro, y las cotizaciones son una forma de ahorro forzoso), por la prolongación de la vida laboral, por la reducción de las aspiraciones a una pensión, o por una mezcla dosificada de las tres anteriores», afirma Herce.

«La prolongación de la vida laboral, ya sea desincentivando la jubilación anticipada o a través del retraso de la edad legal de jubilación, claramente más allá de los 65 años, es una medida más que indicada», argumenta Herce. «De esta forma, se incrementan los ingresos y se reducen los costes del sistema de pensiones sin que se produzca una reducción de la pensión anual a percibir por los futuros pensionistas, aunque obviamente se reduce el número de años de su disfrute», insiste.

«Mientras que los individuos sigan entrando cada vez más tarde a la actividad económica, salgan cada vez antes de ésta y vivan cada vez más tiempo, será cada vez más difícil resolver el problema de las pensiones y todos los demás problemas asociados a los grandes programas del Estado del Bienestar, como la sanidad y la dependencia», argumenta el autor.

«Retrasar la edad de jubilación es una obligación moral», resalta este experto. «De cada uno frente a sí mismo, para equilibrar un ciclo vital que no debería ser cada vez más ocioso», señala. Y sobre todo «para no desplazar la carga excesiva hacia los jóvenes en beneficio de los mayores».

Hacerse el sueco

La tesis fundamental del autor está muy bien explicada en un artículo provocativamente titulado «¿Y si nos hacemos los suecos con las pensiones», publicado en Empresa Global en octubre de 2018. Lo que plantea Herce es convertir las cotizaciones en una renta vitalicia, siguiendo el modelo de Suecia, donde a diferencia de España existe «una clarísima vinculación entre lo cotizado (no las bases de cotización) y lo percibido en forma de pensión para el resto de tu vida».

En Suecia, la pensión representa el 55,8% del salario medio, frente al 80% español. Pero, entre el tramo de pensión de capitalización pública obligatoria, y el sistema cuasiobligatorio de pensiones de empleo que engloba al 90% de los trabajadores, éstos, en el momento de su jubilación, «logran recuperar el 80% de su último salario con esquemas sostenibles y suficientes».

Herce tiene toda la razón: «en materia de pensiones, ¡deberíamos hacernos los suecos!».

En 12 años has cobrado todas las cotizaciones

En uno de los mejores artículos, «Querid@ pensionista» (publicado en El País el 9 de mayo de 2018), el autor deja claras algunas cuestiones: «la Seguridad Social, al cabo de unos 12 años de haberte jubilado, ya te ha devuelto todas las cotizaciones que hicisteis tú y tu empleador, y te quedan todavía otros 10 años de vida por delante». «Te paga, seas el pensionista que sea, bastante más de lo que tú has aportado en toda tu vida laboral a sus arcas», insiste Herce.

«Quien piense que, de verdad, no va a cobrar pensiones en el futuro, no debería estar cotizando hoy a la Seguridad Social, que es quien le calculará su pensión futura con arreglo a los años que haya cotizado y las bases por las que habrá cotizado», añade.

Más peliagudo parece el augurio de Herce: «Trabajar en el futuro va a ser tan divertido que nadie querrá jubilarse«.

 

 

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