De las urnas al plan de Sánchez

29/05/2019

Luis Díez.

La política avanza a tal velocidad que lo previsto ayer no vale hoy y lo dicho hoy no servirá mañana. Eso pasa porque las circunstancias cambian y la democracia obliga a obedecer a la mayoría y respetar a las minorías. Antes de las elecciones europeas, locales y autonómicas del 26 de mayo, el dirigente de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, avanzó la condición de entrar en el Gobierno para pactar con el PSOE. Sus 42 diputados son necesarios para investir al presidente Pedro Sánchez aunque sea por mayoría simple en segunda votación. La remontada de Sánchez, el hombre que no ganaba debates, ha sido extraordinaria. En las elecciones generales del 28 de abril consiguió siete millones y medio de votos y se colocó con 123 diputados en el Parlamento, los mismos que suman el PP (66) y Cs (57). El depósito de confianza en este Viriato que se zafó de los traidores comprados por el enemigo Cipión, ha aumentado en los comicios europeos, autonómicos y locales. El PSOE vuelve a ser el proyecto político preferido por la mayoría de los españoles. Los electores avalan y confían en la política económica, social y territorial emprendida por Sánchez hace menos de un año frente a los estragos y el griterío de las derechas.

En contraste con los buenos resultados del socialismo tranquilo, el izquierdismo verbal de Podemos, que se merendó a Izquierda Unida, perdió 1,3 millones de votos en las generales y siguió bajando en los comicios del domingo. Achacan la responsabilidad a la salida de caballo con parada de burro de Iñigo Errejón, a la operación “del nieto y la abuela”, en referencia a Manuela Carmena, y a las trifulcas y desaciertos de las llamadas “confluencias”. Seguro que tienen razón. Pero sorprende que tantos políticos y tan brillantes politólogos en la misma formación desconocieran lo esencial: que los electores castigan la bronca y aprecian la seriedad y el rigor. Mal puede gobernar un país quien no es capaz de gobernar su casa. Para la gente sencilla, la política es algo bien simple, por más que políticos, opinadores de oficio y politólogos de toda laya se empeñen en coplicarla. Si hay diatribas y contradicciones entre el líder, el programa y la organización, hay crisis. No falla. Y la gente está harta de crisis, trifulcas y desequilibrios.

Esas luchas intestinas, peleas de gallos por el poder; ese mirarse el ombligo sin escuchar al zorro cuando decía al Principito que “lo esencial es invisible a los ojos”; esas contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace han socavado la confianza en Podemos, de modo que el PSOE ganador en 10 de las 12 Comunidades Autónomas perderá Aragón y no podrá gobernar en Murcia, Castilla y León ni en Madrid por los malos resultados de Podemos. Las consecuencias ya son conocidas: descuido y deterioro de los servicios públicos básicos a mayor beneficio privado y desigualdad, cuando no desamparo, de quienes no puedan pagar. Ley del mercado, le llaman. En los ayuntamientos es también el PSOE la primera fuerza política, con mayoría en 74 de las 147 ciudades de más de 50.000 habitantes. Pero de nuevo la insuficiencia de Podemos y la debilidad del propio PSOE en Madrid hará que la capital de España pase a manos de la derecha. Barcelona queda en las de ERC. A los del tridente (PP-Cs-Vox) habrá que pedirles que no roben y a los segundos (ERC no tiene casos de corrupción) que no incendien el monte. Y lo mismo vale para los gobernantes autonómicos y centrales. Lo que no vale es el “se hará lo que se deba y se deberá lo que se haga” que han practicado tantos regidores. La deuda sale cara.

De los resultados electorales se colige la rebaja de la pretensión de Iglesias de un gobierno de coalición. Los socialistas siguen considerando a Podemos su principal socio parlamentario. Con los nacionalistas vascos (10 diputados) y los dos votos de los parlamentarios de Compromís y el PRC, Sánchez tendría los 174 diputados para ser investido por mayoría absoluta. Puede gobernar en minoría con un pacto de legislatura con estos socios o pactar normas y Presupuestos según convenga y extender los acuerdos a Cs y PP en temas de Estado. El presidente propone un gobierno socialdemócrata con independientes. Parece una buena fórmula si se tiene en cuenta que las coaliciones llevan la semilla de la inestabilidad y con Podemos duraría lo que Iglesias, los llamados “anticapitalistas” y los rescoldos de IU tardaran en atizarse. El pájaro en mano de Plai, como llamaban a Iglesias en el PCE, ha volado, y no por mérito del gaditano Kichi, a un concejal de la mayoría absoluta, ni del zamorano Paco Guarido, que ha obtenido la mayoría absoluta y obliga a IU a reflexionar.

Ahora el rey Felipe VI “el preparado” recibirá a los jefes políticos y encargará a Sánchez formar gobierno. El presidente en funciones ya ha explicado a los suyos el objetivo de impulsar “una agenda de progreso” presidida por “la justicia social, la convivencia y la limpieza”. En su discurso de investidura propondrá un pacto educativo y por la ciencia; la reforma del Estatuto de los Trabajadores para restablecer los derechos sociales y sindicales anulados por la reforma laboral de Rajoy; el pacto de pensiones que garantice la naturaleza pública del sistema, el sostenimiento y la revalorización conforme al coste de la vida; un pacto hacia la transición ecológica; el avance feminista y de los derechos de las mujeres; un acuerdo para favorecer a los jóvenes y el acceso a la vivienda como un derecho; el reconocimiento de otros derechos personales como el de la muerte digna y el desarrollo autonómico con un marco financiero más justo, riguroso y solidario. De las palabras a la cuantificación, en septiembre, en los Presupuestos.

 

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