Hace pocos meses abrió sus puertas Hong Kong 70, un nuevo restaurante de comida cantonesa que ofrece propuestas de la auténtica gastronomía tradicional de Hong Kong. Ubicado en la calle Toledo, 28 (junto a la plaza Mayor) se trata del hermano pequeño de Ninja Ramen, una taberna japonesa situada en pleno barrio de Malasaña especializada en ramen. Debe su nombre a que Hong Kong es conocida como la capital gastronómica de Asia por su diversidad culinaria. Y, en concreto, su street food y los daipai dong (puestos de comida callejera) son legendarios. Además, la decoración del local -divertida, colorida y desenfadada- está inspirada en el ambiente de esta región china en la década de los años 70.
Lo que caracteriza a este nuevo restaurante es una cocina correcta por un precio medio bajo. Las raciones son generosas, por lo que se puede salir satisfecho por unos veinte euros por comensal. La cocina está a cargo de chefs originarios de Hong Kong que proponen platos del recetario cantonés tradicional elaborados a mano de forma casi artesana (hay cocina vista). En la variada carta se pueden encontrar platos de verduras poco conocidas aquí como el brécol chino, empanadillas caseras de pato con foie o cazuelas de arroz cantonés al horno, por poner algunos ejemplos. Entrantes más representativos como los rollitos de primavera o los dim sum (a precios por debajo de los cinco euros) también están presentes. Entre los platos principales uno de los más destacados es el pato asado al estilo de Hong Kong. Aunque la especialidad de este restaurante es la carne asada cantonesa, también hay propuestas a base de cangrejo, langostinos, pollo o ternera. Muy ricos los nidos de tallarines y los platos elaborados con noodles. También disponen de menús del día de lunes a viernes.
El establecimiento cuenta con dos plantas diferenciadas. En la primera se respira el ambiente callejero del Hong Kong de antaño y nada más entrar la decoración recoge numerosos guiños a la cultura oriental, tales como los taburetes rojos, las mesas cuyos tableros están formados por piezas del popular juego chino Mahjong o los periódicos que cuelgan de las paredes que simulan los reales de la época. Más al fondo, traspasando unos llamativos cierres metálicos decorativos, la sensación de estar en plena calle se agudiza con detalles como las réplicas de patos colgando de la cocina vista del restaurante bajo un cartel de luces de neón (una imagen simpática e icónica de este restaurante) y las sillas y mesas metálicas como de terraza; un toldo de anchas rayas o el suelo de cemento con líneas pintadas como si de una vía urbana se tratara. La planta de abajo se vuelve más íntima debido al ladrillo visto, a las cortinas de color rojo oscuro de flecos que cuelgan de los techos abovedados o al terciopelo burdeos de algunos asientos en combinación con sillas de mimbre. Un letrero de luces de neón verdes y apliques de pared como única iluminación completan este salón que esconde un original reservado circular de asiento corrido en forma de jaula dorada. En esta ornamentación oriental también tiene protagonismo constante la cerámica china.
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