Libertad de expresión

18/02/2021

Maite Vázquez del Río.

Los que somos periodistas tenemos la libertad de expresión como la máxima a defender en nuestra labor. Los periodistas ejercemos una labor social en la sociedad al ser los intermediarios entre lo que ocurre y que la sociedad lo sepa. Nuestra tarea es estar siempre en el sitio adecuado en el momento adecuado, conocer en todo momento qué se «cuece», investigar si lo que nos cuentan es cierto y confirmar qué es lo que pasa y lo que va a pasar, entre otras muchas cuestiones, porque no todo aparece escrito en el BOE.

Desde la llegada de las redes sociales todos somos periodistas. El problema es que se abusa de la libertad de expresión porque no vale todo en su nombre. Hemos llegado en la segunda década del siglo XXI a estar más desinformados que informados pese a contar con los avances tecnológicos más desarrollados que nunca. Terrible contradicción.

Lo de Pablo Hasél es otra cosa. No es cuestión de información sino de un mal uso de la libertad de expresión en un país que durante 40 años padeció de terrorismo, con casi 1.000 víctimas y todas las secuelas que ha dejado en esas casi 1.000 familias y la impotencia vivida por la mayoría de la sociedad en cada atentado cuando la única arma con la que contábamos para combatirla era la de apelar a la democracia. Y Hasél en sus letras, expresadas con conocimiento de causa, apelaba al tiro en la nuca para José Bono o un coche bomba para Patxi López hasta llamar ladrones a los borbones. Quedó dicho.

Lo que a Hasél se le olvida es explicar a sus seguidores que él ya viene de otras condenas. Agredió a un periodista en la Universidad de Lleida y fue condenado a prisión y multado con casi 20.000 euros, aunque esta sentencia aún no es en firme.  Agredió a un testigo de un juicio contra un amigo suyo por lo que fue condenado a 2 años y medio de cárcel y otra multa de 2.400 euros. Esto solo en 2020. Pero es que en 2018 fue imputado por los sucesos ante la subdelegación del Gobierno de Lleida en las protestas por la detención de Puigdemont en Alemania. El juicio aún no se ha celebrado.

Hasél por tanto ya tenía antecedentes penales. Y enaltecer el terrorismo hoy por hoy en España es delito; no una cuestión de libertad de expresión. Su condena de nueve meses, que con antecedentes penales está obligado a cumplir, se ha ampliado a 2 años y medio por no querer pagar la multa. Son sus palabras y es su decisión.

En mi modesta opinión creo que los que estos días están saliendo a la calle a protestar y destrozar todo lo que pillan están desinformados o mal informados. Hasél no les cuenta la verdad, que se puede comprobar simplemente leyendo las sentencias que pesan contra él. La desinformación unido a la necesidad de salir a la calle sea como sea, aunque no haya botellón, es un coctel muy peligroso que lleva a batallas campales. ¿Realmente son necesarias batallas campales por Hasél?

Que políticos como Echenique le defiendan da mucho que pensar…

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