VIU explica qué hacer si toca la Lotería del Niño

04/01/2022

Ernesto Campos Campillo (VIU- Universidad Internacional de Valencia). "Siempre aconsejamos en primer lugar invertir en algo que seamos capaces de entender, no se pueden ver las inversiones como 'un juego', ya que nuestro futuro y el de nuestra familia depende de ello".

Por estas fechas son muchas las personas que buscan consejo o asesoramiento financiero-fiscal sobre cómo sacarle la máxima rentabilidad a su capital, en caso de resultar agraciados con un premio de lotería.

Teniendo en cuenta la gran ilusión que resultaría obtener uno de los tres grandes premios del sorteo del Niño, no debemos olvidar las cantidades líquidas o netas que realmente cobraríamos después de pagar los correspondientes impuestos; considerando que los primeros 40.000 € del premio están exentos de tributación, y que los premios ascienden a 200.000 € brutos al primer premio, 75.000 € brutos al segundo premio y 25.000 € brutos al tercer premio, tras descontar el tipo de gravamen especial del 20%, realmente los agraciados cobrarían 168.000 € netos (primer premio), 68.000 € netos (segundo premio) y 25.000 € netos (tercer premio) respectivamente.

A pesar de que son cantidades interesantes, y que lógicamente generarían muchísima alegría, las cuestiones a analizar frecuentemente suelen ser si con ese capital se puede dejar de trabajar, y en que se podría invertir ese dinero para obtener la máxima rentabilidad.

Muchos coincidiréis en que la primera cuestión es algo muy personal, y que la decisión estará muy condicionada por nuestro nivel de vida y por la situación personal y familiar (no es lo mismo plantearse dejar de trabajar con 30-35 que con 55-60 años, y tampoco es, ni remotamente equiparable, plantearnos esa duda estando solteros y sin hijos, que con pareja y/o con 2 o 3 hijos a cargo), aunque no se puede dar una respuesta generalizada, es bastante común que ésta sea que “no”, que la cuantía del primer premio (168.000 € netos) no es suficiente para dejar de trabajar y mantener cierto nivel de vida a medio o largo plazo; no obstante, si se invierte bien ese capital, se podrían obtener unas rentas interesantes que nos permitan complementar nuestros ingresos habituales y con ello mejorar (o mantener en algunos casos) nuestro nivel de vida.

Ante la segunda cuestión, ¿en qué debo invertirlo?, siempre aconsejamos en primer lugar invertir en algo que seamos capaces de entender, no se pueden ver las inversiones como “un juego”, ya que nuestro futuro y el de nuestra familia depende de ello. Por eso, si alguien nos habla de criptomonedas, del metaverso, del NASDAQ, o de CFDs y derivados, lo mejor es ser prudentes e informarnos previamente del tipo de producto, conocer bien sus riesgos y beneficios (analizar racionalmente el binomio rentabilidad-riesgo), teniendo muy claro además nuestro horizonte temporal de inversión.

Muchas veces unas expectativas muy altas, influenciadas por las noticias, o por comentarios de amigos y familiares, junto con cierto desconocimiento en la materia, y creer además que vamos a tener “suerte” y que vamos a pegar el pelotazo, pueden resultar en una mezcla explosiva de la que puede resultar que no sólo no ganemos, sino que además perdamos todo o una parte del capital invertido. No todos podemos ser el “lobo de Wall Street”, debemos intentar adecuar nuestras expectativas a la realidad, informarnos bien y confiar en los especialistas en la materia.

Históricamente el capital se mueve o circula entre tres tipos de productos de inversión, según el perfil del inversor y el momento del ciclo económico en que nos encontremos:

·         Renta fija

·         Renta variable

·         Rentas inmobiliarias

Actualmente la renta fija no es atractiva dado los bajos tipos de interés, no sólo es que no genera prácticamente rendimientos, sino que también nos puede hacer perder dinero por las comisiones que hay que asumir por inmovilizar el dinero, además de la pérdida implícita de poder adquisitivo debido a los altos niveles de inflación. Aunque algunos aún tendrán en la memoria aquellos depósitos a plazo fijo de hace 20 años, de los que sin hacer nada obteníamos un interés entre el 4% y el 8%, eso ya no existe.

En cuanto a la renta variable, aquí sí podemos obtener unos porcentajes altos de rentabilidad, pero hay que tener en cuenta tres elementos fundamentales: la volatilidad (fluctuación), el riesgo y el plazo u horizonte temporal de la inversión. La clave está en tener paciencia, marcarnos objetivos claros y cumplirlos, y no dejar que las emociones influyan en la inversión. Los mercados financieros se mueven mucho por la información, y como sabréis en la actualidad, en la era de la inmediatez, la información es impredecible.

Históricamente los datos demuestran que a largo plazo la renta variable es el producto más rentable, el kit es determinar el momento justo de entrar y salir (inversión y desinversión), no se gana más haciendo cientos o miles de operaciones, ya que cada una de ellas lleva implícitos unos costes por cánones y comisiones, además de una posible pérdida de oportunidad, lo que hay es que intentar acertar con el “momentum”, y luego tener nervios de acero y mucha paciencia.

Algunos de los errores más habituales que cometen los pequeños inversores de renta variable son, por ejemplo: que hacen muchas compras compulsivas buscando obtener pelotazos en muy poco tiempo, no toleran cierto nivel de pérdidas debido a las fluctuaciones del mercado, compran tarde (y caro) cuando escuchan o leen una determinada noticia (copian o siguen el comportamiento del rebaño), sólo miran indicadores técnicos (basados en gráficos) sin hacer ningún análisis fundamental, compran acciones de empresas sin saber exactamente a que se dedican éstas, o compran acciones simplemente porque “están baratas” respecto a su cotización histórica.

Salvo que confiemos en profesionales cualificados que gestionen nuestras finanzas por nosotros, lo más conveniente es hacer inversiones racionales, meditadas, y conociendo todos sus aspectos básicos, para lo cual os sugerimos una serie de tips o consejos prácticos a tener en cuenta a la hora de invertir en renta variable:

·         Invertir sólo el capital que no vamos a necesitar en el corto plazo (previendo una inversión a medio o largo plazo).

·         Invertir sólo en productos de los que logremos entender o comprender su funcionamiento, como acciones o participaciones en fondos de inversión (evitando, por tanto, los productos complejos como los ETFs, CFDs, derivados, etc.).

·         Una vez seleccionada la empresa o el título adecuado trazar previamente la estrategia y seguirla (precio de entrada, precio de salida, momento, etc.) Se aconseja configurar las órdenes de compra y venta, para que se disparen o ejecuten automáticamente cuando la cotización llegue al precio objetivo, de esa forma evitamos estar pegados a las pantallas y que las emociones jueguen en nuestra contra; los humanos tardamos mucho más en reaccionar que los ordenadores, además que nos queman los beneficios y tenemos una baja tolerancia a las pérdidas, por eso el hecho de estar tan pendientes de la cotización hace que nos precipitemos y cometamos más errores.

·         Evitar copiar el comportamiento de las multitudes (seguir al rebaño), cuando todas las noticias se hacen eco de la revalorización de una empresa generalmente ya es tarde para invertir, hay que recordar que las rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras, y sobre todo tener siempre presente la máxima de que en bolsa se debe “comprar con el rumor, y vender con la noticia”.

·         No se debe ver la inversión en renta variable como un juego de suerte, conviene dedicar más tiempo a estudiar antes el funcionamiento del mercado, elegir correctamente la entidad financiera o bróker donde vamos a operar, y seleccionar adecuadamente la empresa objetivo en base a nuestras expectativas de rentabilidad y a nuestro horizonte temporal de inversión.

Las reglas anteriores también se aplican al mundo de las criptomonedas, pero hay que tener presente que en este caso la volatilidad es mucho mayor, además que estas inversiones no están reguladas, ni garantizadas, por ningún organismo, como el banco central o el fondo de garantía de depósitos. También es importante saber que la mayoría de las plataformas para comprar e intercambiar criptos están ubicadas fuera de España, por lo que a pesar de ser un tipo de inversión que puede resultar atractiva, aconsejamos aumentar la prudencia con este tipo de activos y en todo caso invertir cantidades pequeñas y con un horizonte temporal más amplio.

Finalmente, no podemos dejar de analizar las inversiones inmobiliarias, las que a pesar ser un producto a priori conservador, no dejan de ser sumamente interesantes debido a su alta rentabilidad y seguridad.

Las inversiones en inmuebles para destinar al arrendamiento, están ofreciendo actualmente unos niveles de rentabilidad entre el 4% y el 8%, en la que influyen varios factores como la tipología de los inmuebles, la ubicación geográfica, la duración del alquiler, el coste de las reformas y la financiación, entre otros.

En un país como España, aunque aún está muy arraigada la idea de comprar y tener los inmuebles en propiedad, cada vez más debido a una multitud de factores como la movilidad geográfica, la llegada de migrantes, la precariedad laboral y la dificultad de los jóvenes para acceder a comprar una vivienda, es muy habitual la búsqueda de viviendas en régimen de alquiler.

En este escenario, uno de los mejores consejos que se lo podría dar a una persona de perfil conservador, y que cuente con un capital en torno a 168.000 euros (importe neto del primer premio de la lotería del Niño) sería el de comprar un inmueble para alquilar, ya que no existe actualmente otra inversión financiera equiparable que ofrezca ese nivel de rentabilidad, con un bajo nivel de riesgo, y mucho menos que cuente con los incentivos fiscales existentes (en el IRPF) para los arrendadores de viviendas.

Además de hacer una correcta selección de los inmuebles en cuanto a su tipología, distribución, ubicación geográfica, renta por metro cuadrado, etc., indicamos a continuación una serie de consejos, que muchas veces se pasan por alto, y que nos pueden permitir maximizar la rentabilidad de los alquileres:

·         Los datos demuestran que es más beneficioso invertir en pisos baratos para destinar al alquiler. Por lo que si contamos con un capital de 168.000 euros, es más rentable (y más seguro) invertir en 2 inmuebles de 84.000 euros cada uno, antes que comprar un solo inmueble que cueste el doble.

·         Es mucho más rentable comprar pisos de segunda mano para alquilar, antes que invertir en inmuebles de obra nueva. Además, también es más lucrativo que los inmuebles requieran cierta reforma, y que nos encarguemos nosotros de realizarla, antes que adquirirlos ya reformados.

·         En cuanto a los incentivos tributarios, para poder beneficiarnos en nuestro IRPF de la reducción fiscal del 60% sobre las rentas del alquiler, el contrato formalizado debe ser de larga duración, es decir, el inmueble debe satisfacer las necesidades permanentes de vivienda del inquilino. De esta forma, sólo tributaríamos por el 40% de la renta obtenida, una vez descontados los gastos deducibles. Por tanto, este beneficio fiscal no es aplicable a los alquileres turísticos, de temporada o de corta duración.

En este tipo de inversión, también es muy aconsejable contratar un seguro de impagos que se haga cargo, además de abonarnos la renta correspondiente, de realizar todos los trámites y gestiones necesarios para recuperar la posesión del inmueble ante una eventual situación de morosidad por parte del inquilino.

En resumen, todas las inversiones llevan implícito cierto riesgo, por lo que se deben analizar detenidamente los pros y contras en cada caso, y contar con la ayuda o asesoramiento de un experto que nos haga un traje a medida según nuestra situación personal, nuestras expectativas y plazo de inversión, teniendo en cuenta además nuestro nivel de tolerancia al riesgo. En cualquier caso, y tras un proceso de meditación, la decisión es vuestra.

 

 

 

Ernesto Campos Campillo, Profesor Universitario en Finanzas, Contabilidad y Tributación del MBA de VIU- Universidad Internacional de Valencia

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