Es curioso que el llamado mercado libre nos tenga a casi todos por esclavos. Este monstruo insaciable, que los mismos que hoy le imploran piedad crearon a fuerza de dejar en sus manos el destino de nuestro futuro, devora ahora gobiernos, nos mete el miedo en el cuerpo, juega con nuestras ilusiones y humilla a la democracia mandando sin haber sido elegido por nadie. Aquellos que nos llevaron al caos, que antes, durante y después se lo llevan crudo con crisis o sin ella, quienes, desde la indecencia más absoluta, azuzan los recortes de pensiones míseras para que no decaiga su enriquecimiento, son los que hoy no se fían, quienes nos sitúan bajo sospecha, quienes nos ponen de rodillas delante de su falta de escrúpulos. Quienes nos hablan de la prima de riesgo cuando apenas sabemos algo de ese tío de Alcalá que ni era tío ni era ná.

Qué paradoja que los culpables sin rostro tengan toda la cara del mundo. Qué bochorno que sean quienes, para bien o para mal, han sido elegidos por sus ciudadanos los que rindan pleitesía a esta cuadrilla de indeseables. Lo hizo Zapatero en Estados Unidos cuando le dieron de desayunar mientras agachaba la raspa delante de buena parte de los responsables de esta zapatiesta financiera. Aquí tengo mis medidas pero si no les gustan tengo otras ¿Más tijeretazos de salarios? ¿Pensiones congeladas findus?  ¿Despido gratuito? No está mal amigo ¿Le apetecen a usted más cereales? ¿Cómo ha dicho que se llama? ¿Quién nos rescata de los especuladores? ¿Quién de los inversores? ¿Quién de los expertos en predecir el pasado? ¿Quién de estos trincones que se han llevado el botín y encima nos examinan por encima del hombro? ¿Quién de estos gobernadores de banco tan bien remunerados por clamar tan solo la monserga del recorte aquí recorte allá? Qué originales.

Mal está que haya crisis pero peor casi está la falta de vergüenza. Basta de este consentimiento, que es complicidad, con aquellos que han arruinado la economía y encima quieren sacar provecho sobre los despojos que ellos mismos han dejado. En Irlanda, paraíso del liberalismo y víctima de sus propios mandamientos, la ‘broma’ costará la venta de todos sus bancos y prescindir de veinticinco mil funcionarios ¿Para cuándo suprimiremos aunque sea una décima parte de extorsionadores al amparo del mercado libre? Más que unas cuestión de principios se trata de una cuestión de higiene.