Adif, junto con Telefónica Telecomunicaciones Públicas, se suma al desafío de reducir la cifra de fallecimientos provocados por muerte súbita, recurriendo a un servicio integral basado en el acceso público a la desfibrilación. Así, se han instalado columnas de rescate cardiaco en lugares estratégicos y de gran afluencia de público como son las estaciones de Sants en Barcelona y Puerta de Atocha en Madrid, y en otras dependencias de Adif.
Ambas estaciones de ferrocarril se certificarán como Cardioprotegidos y estarán monitorizadas por la Red de gestión de Telefónica, quien se encargará de, una vez activado el sistema de alarma local, transferir la llamada a los servicios de emergencia. Mientras éstos llegan, el personal formado en esta técnica, se hará cargo del desfibrilador semiautomático, que cuenta además con un dispositivo de voz que indica al responsable de la reanimación, los pasos a seguir. El aparato realiza una evaluación del estado de la víctima y, sólo en caso de parada cardiaca, aplica la descarga eléctrica necesaria para revertir dicho estado. Telefónica se encargará igualmente del mantenimiento integral de los dispositivos para que estén disponibles y operativos.
Telefónica presentó este sistema en 2005 y ya ha instalado múltiples desfibriladores en lugares públicos como centros comerciales, grandes empresas, gimnasios, centros deportivos, y desde entonces su eficacia ha logrado salvar varias vidas. En definitiva, el objetivo es pretende trasladar los beneficios de las telecomunicaciones a todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Muerte súbita cardiaca
Es la emergencia médica más importante. Se trata de la pérdida brusca de pulso y conocimiento, originada por un fallo inesperado de la capacidad del corazón para bombear eficazmente sangre al organismo.La mayoría de estos episodios de parada cardiaca se deben a una alteración en la conducción eléctrica del corazón originados por un trastorno llamado fibrilación ventricular, en el que el corazón tiene actividad caótica. Sólo se puede revertir si se aplica una descarga eléctrica entre los tres y nueve minutos siguientes al inicio de los síntomas.
Cada minuto que pasa, las posibilidades de sobrevivir descienden entre un siete y un diez por ciento. La dificultad para acceder en tan poco tiempo a un desfibrilador explica que sólo sobreviva un cinco por ciento de las víctimas de muerte súbita.
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