Nacionalismos

20/09/2012

diarioabierto.es.

No soy muy de nacionalismos. Siempre he tenido la idea de que todo nacionalismo tiende al reduccionismo. Y que el mundo es mucho más ancho de lo que señalan y marcan las fronteras. Y me refiero, incluso, a esos nacionalismos del pueblo donde uno ha nacido, el de la provincia, el de la autonomía y el del país. Todos son nacionalismos que, en demasiadas ocasiones, han servido como excusas para la guerra y la muerte. Religión y nacionalismos han sido y son factores que hay que manejar con exquisito cuidado.

Dicho lo anterior, aclararé, sin embargo, que respeto las ideas de cada uno y respeto, por tanto, las ideas que buscan un nacionalismo basado en la identidad común de un pueblo, en el respeto a su cultura y a su lengua y a sus tradiciones.  Nunca he tenido problemas en ninguna de las nacionalidadesb que conforman el estado español. En todas las autonomías me he sentido como en mi casa. Habré tenido suerte, pero lo cierto es que jamás me he sentido humillado o maltratado. En todo caso, he tenido sana envidia de las peculiaridades de cada autonomía donde he ido a caer. La cultura es siempre enriquecedora, así que su idioma, su literatura, su historia siempre es aportación a una cultura universal. Ahora sigo el debate abierto por la posibilidad de que Cataluña pida su independencia.

Hasta el Rey ha opinado en una operación bastante dudosa en cuanto a su pertinencia. Es lógico que sus palabras hayan levantado un incendio y suenen casi a provocación para los catalanes. No hay que olvidar que la Diada se celebra para conmemorar la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas (por cierto, de nombre Felipe de Borbón, como el actual heredero). Podría, pues, considerarse que el Rey Juan Carlos es juez y parte en este asunto.

Pero a lo que íbamos:  Me parece a mí que no se trata tanto de una cuestión política como económica. Surge  la llamada secesionista en momentos económicamente difíciles para todos. También para las autonomías. Y, en este contexto, se busca la independencia como remedio a la falta de recursos. De hecho, se puede casi leer, en las palabras de los dirigentes catalanes que se pide o independencia o pacto fiscal. Es decir, si hay pacto fiscal no hay secesión. Y si hay secesión, obviamente, no hace ninguna falta el pacto fiscal.

No sé en qué acabará todo esto. Y no estoy con los que dibujan un escenario catastrofista a este respecto. Estaría bueno que a estas alturas otro  Borbón comandara el Ejército contra Cataluña. Y las cosas se arreglarán, razonablemente si, de acuerdo con la cultura constitucional, se sigue la senda del diálogo y la razón.

A lo mejor soy un ingenuo. pero no creo yo que los catalanes crean que en estos momentos la solución a todos su males esté en la independencia. Y, por otro lado, es hasta lógico que casa uno intente sacar lo más posible para su casa.

Vayamos a la poesía que une tantas cosas. Y a un poeta que se maneja en catalán y castellano con la misma fluidez y amor por cada lengua, Joan Margarit.

No era lluny ni difícil

Ha arribat aquest temps
quan la vida perduda no fa mal,
quan la luxúria és un llum inútil
i l’enveja s’oblida. És un temps
de pèrdues prudents i necessàries,
no és un temps d’arribar, sinó d’anar-se’n.
És ara quan l’amor
coincideix a la fi amb la intel·ligència.
No era lluny ni difícil. És un temps
que no em deixa res més que l’horitzó
com a mesura de la soledat.
El temps de la tristesa protectora.

Y la traducción del propio Margarit


No estaba lejos, no era difícil

Ha llegado este tiempo
cuando ya no hace daño la vida que se pierde,
cuando ya la lujuria es tan sólo
una lámpara inútil,
y la envidia se pierde en el olvido.
Es un tiempo de pérdidas prudentes, necesarias,
y no es un tiempo de llegar
sino de irse. El amor, ahora,
por fin coincide con la inteligencia.
No estaba lejos,
no era difícil. Es un tiempo
que no me deja más que el horizonte
como medida de la soledad.
Un tiempo de tristeza protectora.

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