El olvido es un empeño imposible

03/07/2015

Miguel Ángel Valero. Los recuerdos nos hacen dioses inventando el paraíso. Es la lección que nos transmite Rodolfo Serrano en “El llanto de Aquiles".

En la tarde larga, donde el aire era silencio y donde los cielos olían a café y a tabaco, los versos de Rodolfo Serrano nos hablan de esos años difíciles, de esas noches de plomo y de miedo, de voces en susurros, buscando sueños imposibles. La memoria, nos muestra en “El llanto de Aquiles” (Huerga & Fierro, 91 páginas), vence “al imperio del que nunca salía el sol de la esperanza”.

Rodolfo Serrano recurre a “La Ilíada” para enseñarnos que los héroes no siempre alcanzan la victoria, pero siempre buscan la gloria en la derrota, en el recuerdo de los días en que alcanzaron a los dioses. Como Aquiles, a pesar de su famoso talón. Lo hace “antes de que mi vida se consuma en el fondo de esta cerveza fría”.

La memoria es una constante en la obra poética de Rodolfo Serrano: “Especial para cócteles” (Ex Libris, 1998), “Al Oeste hay apaches” (Ex Libris y Pequod, 2008), “La blancura de la ballena” (Ex Libris y Pequod, 2010), “Los cuerpos lejanos” (Alsari, 2014) .

En “El llanto de Aquiles”, entre citas de la mítica obra atribuida a Homero, Rodolfo Serrano recuerda que el amor nunca es como queremos, que es necesario ganarle el pulso a un corazón cansado y a todos los recuerdos.

Habla de la turbia ansiedad de la carne, esa piedra lunar, desconocida y mágica, en esa noche joven “cuando el mundo empezaba con nosotros”, pero que es tan fugaz como un recuerdo perdido. Por eso, rememora, porque la memoria es el talón de Aquiles de la vida, en la que “los días tienen más miedos que certezas”. El poeta vive de la nostalgia de las noches vencidas, y bebe “el licor olvidado de mañana”, tratando de encontrar el inexistente manual para sobrevivir a la derrota.

Porque “el ansia de convertir en mármol las paredes tan frágiles del beso”, el deseo de alzar muros que salven del miedo y la nostalgia, topan con “la soledad de recordar”, con esa “tierra inhóspita donde vive el recuerdo”. Es verdad que se pueden encontrar “recuerdos comunes que salven de la tormenta” y “sentir la belleza del mundo en un abrazo”. Pero no menos cierto es que “no hay recuerdos que duren lo que el tiempo de la dicha”.

En sus poemas dice Rodolfo Serrano que “escribo del olvido”. Se equivoca. Sus versos hablan de la memoria, del recuerdo, son dioses inventando el paraíso, descubriendo que la vida es sólo un beso. Mientras el silencio es el castigo, el infierno, de los viejos amantes, los recuerdos vienen a oleadas. Y el olvido “es un empeño imposible”. “El mal sueño de la ausencia”, sentencia Rodolfo Serrano en “El llanto de Aquiles”.

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