Fainé, mayor banquero de España, tras pagar menos de dos euros por acción de Banca Cívica

26/03/2012

Miguel Ángel Valero. La caja de ahorros catalana no cierra la puerta a nuevas absorciones en España pero quiere centrarse en la expansión internacional

Ni siquiera el entusiasta lector de “La Ilíada” de Homero era capaz de imaginar semejante colofón a su carrera profesional. El hombre que, con apenas 19 años, abandonaba en 1961 Manresa (donde a los 13 años ya trabajaba en un taller de bicicletas por 52 pesetas, 0,31 euros actuales, semanales), para irse a estudiar a Barcelona (se financió los estudios con un trabajo en una fábrica de bobinado de motores), es desde hoy el mayor banquero de España, tal como adelantaba diarioabierto.es el viernes. No le ha costado demasiado: 979,37 millones de euros, 1,97 euros por cada título de Banca Cívica, la primera fusión virtual de entidades de ahorro (Caja Navarra y CajaCanarias, primero, luego Caja Burgos y más tarde la sevillana CajaSol), más los 1.000 millones de ayudas públicas (que suponen un interés del 8% anual). Isidro Fainé, presidente de ‘la Caixa’ y de CaixaBank, se aúpa a la primer posición de la banca en España tras pelear hasta el último céntimo, haciendo bueno el tópico sobre los catalanes: paga el 11,3% menos que la última cotización de Banca Cívica (2,22 euros), por debajo de los 2,7 euros con los que esta integración salió a Bolsa, y un precio también inferior a las valoraciones de los analistas, que hablaban de dos euros.

CaixaBank se convierte en el primer grupo financiero del país, poniendo 16.000 millones de euros de diferencia a BBVA, pese a la absorciín de Unnim, y 17.000 millones al Santander (más Banesto), del que se espera el siguiente movimiento para reducir distancias. Y, sobre todo, coloca una barrera de 70.000 millones al siguiente grupo de cajas, Bankia, eludiendo la fusión con éste y, si toca hacerla más adelante, afrontándola con una posición de clara superioridad.

Pero quizás el mensaje más importante de esta operación sea doble. Por una parte, está protagonizada por cajas, dentro de un proceso de creciente bancarización del sistema financiero español. No deja de ser una ironía que el mayor banco que opera en España, CaixaBank, esté controlado por una caja de ahorros, ‘la Caixa’. Pese al impacto que supone la entrada de las cuatro cajas en su accionariado, ‘la Caixa’ mantendrá el 61% del capital de CaixaBank, garantizando su control y la financiación de la Obra Social, que sale claramente reforzada de la operación.Por otra, la absorción se realiza, pese a su gran volumen, sin necesidad de recurrir a ayudas públicas.

Por si no fuera suficiente, la intención de CaixaBank es afrontar las nuevas exigencias de la reforma financiera antes del 31 de diciembre, sin hacer valer los dos de plazo que tiene por haber absorbido Banca Cívica. Otro mensaje de fortaleza y, sobre todo, de confianza en la propia organización.

En un tiempo récord, CaixaBank ha resuelto un problema para el sector financiero (Banca Cívica necesitaba algo más de 2.000 millones de euros para cumplir con las exigencias de la reforma financiera), como antes lo ha hecho con Caixa Girona y con Bankpime. Lo más curioso es que estas operaciones se han hecho sin variar el discurso oficial de ‘la Caixa’, que es la diversificación internacional (tiene presencia en Europa del Este, Francia, Portugal, China y México).

De hecho, aunque no se cierra la puerta a nuevas operaciones en España (se especula con NovaGalicia Banco, si José María Castellano no logra atraer suficientes inversores privados), la estrategia de CaixaBank se volcará, mientras digiere Banca Cívica, en la detección de nuevas oportunidades de expansión internacional.

Un ajuste de entre el 10% y el 15%

Mientras se concretan operaciones en el exterior, CaixaBank hará desaparecer la marca Banca Cívica, pero no la de las cuatro cajas implicadas, que seguirán vinculadas a sus respectivas obras sociales. El nuevo grupo, que suma 6.600 sucursales, sufrirá un ajuste que oscilará entre el 10%, según los cálculos más conservadores, y el 15%. La plantilla, casi 32.800 empleados, tendrá una reducción de una décima parte, siempre mediante prejubilaciones y bajas incentivadas. Algunos cálculos, no oficiales, hablan de la supresión de un millar de oficinas, y de entre 3.000 empleos y 3.500.

El resultado es que, tras el proceso de concentración, que ha implicado también una cierta bancarización (todas las cajas, menos Ontinyent y Pollensa, han creado un banco instrumental), el primer banco de España está controlado por una caja de ahorros y presidido por un hombre que ha hecho prácticamente toda su carrera en ella.

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