¿Gombrowicz dice usted?

11/01/2013

Daniel Serrano. Pues sí, amigos y amigas, estoy leyendo a Gombrowicz y admito que puede resultar hasta repelente, un punto freak y de un culteranismo que atufa a pose y gafas de pasta y rebeca amarillo mostaza. Pero así son las cosas.

“Detesto a Balzac. A sus obras y al hombre. (…) ¡Un sabio, pero qué bobo! Un artista, pero cuánto hay en él de pésimo gusto de la más desabrida de las épocas. Un gordinflón, pero conquistador, don Juan, mujeriego lúbrico. (…) Detesto su Comedia humana. Qué fácil es estropear la mejor de las sopas añadiendo una cucharadita de grasa. (…) Es más fácil llegar a odiar a alguien por hurgarse la nariz que llegar a amarlo por haber creado una sinfonía”. Firmado, Witold Gombrowicz, escritor nacido en Polonia y emigrado a Argentina, fugitivo del nazismo y del estalinismo a partes iguales. Balzac, un infame. Pero quién lee a Balzac en estos tiempos. Aún así, resulta simpático (o más bien enternecedor) que un polaco expatriado, desde una pensión bonaerense de mala muerte, arremeta de tal modo contra un ilustre de las letras francesas. ¿No? Ustedes se lo pierden.

Gombrowicz, Witold - Diario

Gombrowicz, Witold – Diario

Descubrí a Gombrowicz leyendo (claro) a Vila-Matas, que lo cita entre sus muchas citas. Me encontré en un Vip’s su Diario (1953-1969), invertí unos 30 euros en el tomazo y, desde entonces, lo hojeo intensamente cada poco, porque sólo así se puede leer a Gombrowicz a no ser que uno quiera caer fulminado.

Me gusta, por ejemplo, hallar estas notas:

“Paseos simpáticos con mi perro Psina.

       En el pequeño café de la plaza, pintores…

       Chagall, Dubuffet y Papazoff.

       El mistral.

       La mesa tiene una pata más corta.

       Tengo que comprar cerillas.

       El sombrero”.

       Y me gusta que Gombrowicz, en una autoentrevista que incluye en estas páginas, afirme:

“Sí, un escritor debe herir. Es igual que en el amor: hay que llegar a la carne viva a través de la ropa”.

Gombrowicz vivió pobre en Buenos Aires, publicó libros minoritarios, anotó este Diario desde las profundidades abisales del exilio, pero no es exactamente melancolía lo que hallamos en sus escritos, su temperamento es firme, poetiza pero sin pretenderlo apenas, resulta un buen bálsamo este Gombrowicz para las nieblas de enero que nos agitan el alma, sniff. Paseo estival, canícula, mediodía: “Silencio, calor. Nadie. En la perspectiva de la calle, frente a mí, aparece un niño, un chico que camina llevando una bicicleta”. Siempre, en cada mediodía sofocante, hay un niño con una bicicleta que desafía al sol. Una vez fui yo.

Gombrowicz también cultiva el absurdo. Véase esta serie canina:

“PERRITO MOJADO O SÓLO HÚMEDO A ELEGIR.

       CAMBIO PERRO MORDEDOR POR DOS VIEJOS.

       LOS PERROS SE MORDISQUEAN EN LA CANÍCULA”

       Y ejerce de implacable crítico del panorama literario de su época: “La literatura, ablandada continuamente por diversas tías bonachonas que fabrican novelas o folletines, por proveedores de poesía y prosa de segunda categoría, por blandegues dotados de facilidad de palabra, corre el peligro de convertirse en un huevo pocho, en lugar de ser –de acuerdo con su misión- un huevo duro”. ¿Se refiere Gombrowicz a Jorge Javier o a Albert Espinosa?

Pues sí, amigos y amigas, estoy leyendo a Gombrowicz y admito que puede resultar hasta repelente, un punto freak y de un culteranismo que atufa a pose y gafas de pasta y rebeca amarillo mostaza. Pero así son las cosas. No sólo de ir a Fabrik vive el ser humano contemporáneo. O sí, pero tampoco es eso.

Lo cierto es que si a Vila-Matas le agrada, seguro que merece la pena echarle un vistazo. Aunque con Walser no pude (he de confesarlo).

En fin, que si encuentran este librazo, si les apetece, llévenselo a casa como animal de compañía. Eso sí: tengan cuidado. Muerde.

Diario (1953-1969). Witold Gombrowicz. Seix Barral. 859 páginas.

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Un pensamiento en “¿Gombrowicz dice usted?

  1. Solo una cuestión de estilo. Sé que tener una ciudad que se llama igual que una provincia complica el uso de los gentilicios. Y, si mal no tengo entendido, él vivió en la Ciudad de Buenos Aires y no en la provincia, lo que hace que el gentilicio «bonaerense» esté mal utilizado. En ese caso, sería «porteño», puesto que el adejtivo antes mencionado se utiliza para lo referido a la provincia de Buenos Aires.

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