Los escraches

05/04/2013

Josep M. Orta.

Ahora que “algo huele a podrido y no precisamente en Dinamarca” quizás sería bueno reflexionar sobre los escraches y sobre aquellos que se rasgan las vestiduras porque algunas personas indignadas se manifiestan delante de los domicilios de algunos parlamentarios. Las muestras de rechazo de una clase política solidaria con los afectados por las protestas no se ha hecho esperar.

Seguramente lo que critican que eso pase en la calle les parece normal que suceda en el Congreso, donde palabras mucho más gruesas procedentes de los escaños se oyen en las sesiones parlamentarias para desequilibrar al orador de turno ante las tímidas e inoperantes llamadas de atención del presidente de la Cámara. O lo que se dicen en los actos electorales donde los servicios de orden están preparados para expulsar a cualquier asistente ue muestre su desacuerdo con lo que se dice en la tribuna y sólo aceptan fervorosos apoyos incondicionales.

En cambio estos señores tan insensibles a los problemas de la calle parece que tienen la piel muy fina cuando en vez de recibir aplausos lo que cosechan son visibles protestas. El único mérito que tiene el recibir una felicitación es la posibilidad de que se pueda censurar una actuación. Las adhesiones inquebrantables siempre son sospechosas.

Sus señorías se sorprenden porque su actuación es contestada de gente que se siente defraudada y engañada con lo que le prometieron cuando les votaron. Parece normal que muchas personas protesten por el uso fraudulento de unos votos que se han utilizado para hacer exactamente lo contrario a lo que se comprometieron, lo que no es tan coherente es que algunos se escandalicen por las consecuencias de sus políticas.

Quizás temen que otros colectivos imiten estas actuaciones (también tienen poderosas razones para hacerlo) y el malestar del país tenga su plasmación en la calle. O acaso pretendan ignorar que esta mayoría absoluta de la que tanto presumen hoy es artificial, que están en falso, que han perdido el respaldo popular que un día les dio las urnas. Y lo que es peor para un político: que buena parte de sus votantes se siente engañado.
Tendrían que estar satisfechos que con la que está cayendo sólo se traduzca en vociferantes escraches.

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Un pensamiento en “Los escraches

  1. La verdadera violencia y el peor terrorismo social es destruir el escaso estado del bienestar conseguido hasta ahora, condenando a millones de personas a la miseria, la exclusión social y en muchos casos a una muerte pronta para mantener un sistema neoliberal depredador y opresor, que además está caduco y que funciona por la inercia de un zombi con el único objetivo que las clases dirigentes sigan manteniendo los privilegios conseguidos mediante la explotación de los más desfavorecidos. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/04/la-neolengua-orwelliana-de-rajoy-el.html

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