El presidente de la Caja Rural de Extremadura, Román Prieto, repite por donde va que la entidad es perfectamente viable en solitario, tras su salida del Grupo Ibérico, el Sistema Institucional de Protección (SIP) o fusión suscrita hace año y medio con la sevillana Rural del Sur y con la de Córdoba. Mientras el Banco de España aún no se ha pronunciado, después de exigir un plan de viabilidad, la Rural de Extremadura encamina sus pasos hacia la Rural de Almendralejo, que está integrada en Solventia, otro SIP del que forman parte las rurales de Utrera, Baena, Cañete de las Torres, Adamuz y Nueva Carteya. Pero también maneja otras opciones.

«Queremos una caja muy potente, y con Almendralejo parece una opción muy válida, aunque no la única«, explica Prieto. «Abrimos la posibilidad a otras fusiones, pero eso será el tercer paso, queda la autorización del Banco de España«, precisa el presidente de la Rural de Extremadura. “Nos vamos a desangrar por conseguir una caja rural en Extremadura fuerte, fortísima”, insiste.

Prieto se compromete a velar «más si cabe, por Extremadura, por la región, por los extremeños, y nunca tomaremos una decisión en contra de nuestra comunidad, se hará como en este caso, lo que más convenga a Extremadura, que probablemente coincida con lo que le convenga a Caja Rural de Extremadura«.

Al Banco de España no le ha gustado nada que la Rural de Extremadura haya abandonado el Grupo Ibérico, porque va en contra del proceso de concentración del sistema financiero y, concretamente, de las cooperativas de crédito y cajas rurales. El supervisor insiste en su recomendación de que las fusiones virtuales evolucionen hacia integraciones reales, como está sucediendo en Cajas Rurales Unidas, grupo liderado por la almeriense Cajamar.

Las rurales del Sur y de Córdoba han facilitado la salida de la de Extremadura renunciando a cobrar los 94 millones de euros de penalización por abandonar el SIP. Si hubieran hecho valer la cláusula, la andadura en solitario de la Rural de Extremadura sería inviable. José Luis García Palacios, presidente de la Rural del Sur y del Grupo Cooperativo Ibérico, y Manuel Enríquez, presidente de Caja Rural de Córdoba, coinciden en que la salida de la Rural de Extremadura era la mejor opción, “sería absurdo oponerse”. Las dos entidades seguirán con sus planes de integración, que están abiertos a otras rurales.

Pero la salida del SIP por parte de la Rural de Extremadura deberá contar con el nihil obstat del Banco de España, que no tomará una decisión hasta conocer el plan de viabilidad en solitario exigido a los directivos de la entidad.

Tampoco ha gustado nada que el anuncio de la salida de esta entidad del Grupo Ibérico se haya hecho en Mérida, en la sede de la Junta de Extremadura, y con su presidente, José Antonio Monago, precisamente el principal muñidor de la ruptura. Era la fotografía de una de las mayores injerencias políticas en una fusión entre entidades financieras que se recuerda.

Monago aprovechó la ocasión para afirmar que “hemos llegado a tiempo, y otros no lo hicieron«, en referencia a las integraciones de Caja de Badajoz en Caja3 (en proceso de absorción por la aragonesa Ibercaja) y de Caja Extremadura en Liberbank, producidas cuando la Junta de Extremadura estaba en manos socialistas. El presidente extremeño quiso renegociar, sin éxito alguno, el peso de estas cajas en sus respectivos grupos. Y solamente ha logrado que la Rural de Extremadura abandonara el Grupo Ibérico para, presumiblemente, participar en otra fusión con un protagonismo mayor.