El fenómeno “low cost” que traducimos como “bajo coste” al castellano está alcanzando a todas las actividades económicas en estos tiempos de crisis.

Empezaron las aerolíneas, Ryanair e Easyjet sobre todo, con éxitos y crecimientos que han puesto en los últimos años en auténticos apuros a las compañías aéreas tradicionales, que han tenido que imitarlas para poder sobrevivir.

De hecho, las grandes compañías o marcas de consumo no dejan de imitar a las “low cost” en todos los sectores. Si pensamos en el sector aéreo, Vueling es cada vez más grande en detrimento de su matriz Iberia, integrada en IAG. En telecomunicaciones todos los grandes grupos tienen filiales de bajo coste. Recientemente la marca ‘low cost’ de Orange Amena.com ha alcanzado los 100.000 clientes de contrato en su primer año desde que la filial española del grupo France Telecom recuperará dicha insignia con el fin de lanzar a través de ella un operador de bajo coste para poder competir también con las cada vez “más agresivas” ofertas de los Operadores Móviles Virtuales (OMVs).

En moda, no ha podido resistirse ni El Corte Inglés, por no hablar de HyM o la propia Inditex (Zara). Y en distribución comercial, qué es el grupo Dia para Carrefour. También muchos atribuyen a Mercadona una estructura de “low cost”….

Estas ofertas de precios bajos están ya en todas las actividades económicas y hasta la mayor parte de marcas de lujo como por ejemplo Versace diseñan para compañías como HyM, por ejemplo ¿No es la sueca Ikea una “low cost” desde su nacimiento y posterior desarrollo por medio mundo? En el sector hotelero y en la hostelería también han crecido mucho este tipo de negocios, en gran parte organizados como franquicias, tipo 100 Montaditos o La Sureña, y son los únicos que crecen y contratan trabajadores.

Hace escasas fechas y todavía en medio de la crisis, la franquicia de hostelería Mercado Provenzal, que presume de tener la “caña” de cerveza más barata de España (40 céntimos) anunciaba que ofrecerá 800 empleos en la Comunidad de Madrid con la apertura de un centenar de locales en la región en tres años.

Democratizar el consumo

La extensión del concepto “low cost” en los últimos años, aunque no haya un manual para seguirla, ha sido para todas las actividades de la economía, una especie de rodillo implacable.

Para muchos ha ayudado a democratizar el consumo, y puede que sea así, pero la realidad es que se han convertido en una forma de vida que no sólo ha afectado a los más jóvenes, ya que además ha revolucionado los negocios desde dentro para poder rebajar los costes y finalmente los precios, lo que ha supuesto generalmente importantes mejoras en productividad.

Amplía los mercados

Nadie puede poner en duda que los negocios de bajo coste que aspiran a tener éxito rebajan los precios en una horquilla media de entre el 30 y el 50% sobre sus competidores, lo que indudablemente hace crecer y ensancha el mercado. Mucha más gente viaja en avión ahora que hace diez o quince años.

Este fenómeno “low cost” ha permitido en estos años el acceso a determinados mercados a muchas clases sociales que antes no podían permitírselo.

Además, es una nueva filosofía de los negocios y de la forma de hacerlos. Y por si fuera poco, la mayor parte del éxito de estas nuevas actividades de bajo coste se basa también en que están sabiendo conectar emocionalmente con sus clientes, que son consumidores cada vez más inteligentes.

El catedrático de ESADE, Josep-Francesc Valls aseguraba hace unos años que este fenómeno “low cost” es imprescindible para comprender cómo una estrategia comercial se estaba convirtiendo en un estilo de vida. Qué estas compañías, y muchas otras, según este catedrático, han sabido revolucionar sus sectores, interactuar con sus clientes, y convertirse en verdaderos ejemplos de estilo de vida.