Entre este martes, San Juan de Mata, y el lunes próximo, San Valentín en el Santoral y el Corte Inglés, se espera que los ministros Valeriano Gómez, Miguel Sebastián, y los vicepresidentes Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Salgado logren el acuerdo de la Carrera de San Jerónimo con los grupos parlamentarios sobre la reforma de las pensiones y las nuevas medidas de política industrial y de apoyo a la contratación.

El pacto económico y social logrado por el Gobierno, la patronal y los sindicatos era un objetivo prioritario del presidente Zapatero, al que muchos en su propio partido consideran amortizado y otros un lastre. Antes de la ronda de contactos con los grupos parlamentarios, el presidente se reunirá con los diputados y senadores socialistas para infundirles confianza en las reformas y explicarles que mientras el Gobierno trabaja contra la crisis y el paro, el principal partido de la oposición viene practicando la política del cuanto peor, mejor.

Zapatero acude con hechos a inaugurar el periodo de sesiones. Lleva además un catálogo legislativo que se extiende hasta junio. Cree en la capacidad de la economía española de remontar el vuelo y mantiene la previsión de crecimiento económico del 1,5% este año. Y aunque ese porcentaje resulte insuficiente para crear el empleo neto que necesitamos y esa previsión no se la crea ni el profesor Montoro ni los organismos internacionales, él no renuncia al optimismo. Ya vendrá junio con la rebaja.

De las explicaciones de Rubalcaba y los ministros a los dirigentes de las facciones parlamentarias saldrá el acuerdo con los nacionalistas catalanes de CiU, canarios de Coalición Canaria y vascos del PNV. Y saldrá también el apoyo a regañadientes del PP porque a Rajoy no le queda otro remedio y lo que la patronal y los sindicatos han atado no va a desatarlo él. IU, BNG y ERC ya han dicho que no firmarán.

Es una lástima que Zapatero no haya advertido por anticipado, hace dos años, que con una patronal de juzgado de guardia no se podía ir a ninguna parte y que no haya escuchado a los catalanes y al propio Montoro y negociado antes con los poderes económicos y sociales esas medidas que ahora traslada al Congreso como si fueran el bálsamo de fierabrás que le repondrá del trance. No es que tuviera poco tiempo, es que como dijo Séneca, perdió bastante.