Vuelve en forma de canción. O de deuda. O de escalofrío mezclado con ganas de gritar. El pasado, a veces es cruel, y llega y te raja por dentro: abre de nuevo tus heridas. Y tú, buscas como loca las tiritas, pero las tiritas nunca están, porque nunca dejas las cosas en su sitio, en las estanterías de tu memoria. Siempre andas despistada, pensando en todo a la vez, y en nada.

El pasado regresa siempre junto con el recuerdo. Todos estamos hechos de pasado. De lo vivido. Estamos hechos de las personas que conocemos, que amamos o que nos dejaron de amar alguna vez, de palabras que aprendimos en diferentes momentos. Somos momentos. Somos escalofríos y sensaciones envueltas siempre en algún recuerdo.

{destacado}El pasado nos roza cada día, como aquella caricia que parece olvidada en nuestra memoria. Una caricia que está como dormida y que aguarda escondida en los poros de nuestra piel. Como ese roce de una persona desconocida en el metro, o como ese perfume que deja una mujer hermosa que camina por la calle, haciendo música a cada paso con sus zapatos de tacón.

Cuando empezamos a entender nuestro pasado, a aceptarlo y a vivir con él, no como una carga, no como si se tratase de un saco de malos recuerdos, sino como algo hermoso que nos ha enseñado a ser la persona que hoy somos, estamos a salvo de todo. Y la soledad dolerá menos. Y nos encontraremos satisfechos con nuestra vida, con nuestra rutina y todas las cosas.

No pienses jamás que tu pasado no sirve para nada. Que lo vivido fue un error. Pues no hay nada más hermoso que sentir como de repente, llega ese pasado en forma de recuerdo, de cualquier momento, de cualquier olor… Recuerdas la suavidad de aquella piel en un cerrar de ojos, o los besos interminables de una boca que  forma parte de tu pasado, pero que llega a ti como un bello recuerdo, que duele dulcemente.

No pienses, por eso, que lo vivido no mereció la pena solo porque se perdió o dejó de estar presente en tu vida, porque todo lo que vives, todos los besos, las caricias y las cosas que una vez te dijeron o dijiste, permanecen dentro de ti y componen la persona que hoy eres.