Fernanda en la ciudad

27/09/2014

Daniel Serrano. “Y ya no seré yo sino otra quien regrese a Buenos Aires” escribe Fernanda Trías.

Digo Buenos Aires y pienso Maipú, tardes de lluvia, NH Microcentro, Luna Park, cacahuetes en un café de San Telmo, Eterna Cadencia a apenas un par de cuadras del departamento de mi hermano.

Bueno, cada cual inventa las coordenadas con las que hacer suya una ciudad.

Por ejemplo.

Cada vez que vuelvo a Buenos Aires como un bife con papas fritas en El Establo, Paraguay con San Martín, y supongo que no será ni mejor ni peor esta parrilla que otras, este restaurante con sus fotos de Asturias perdiendo el color en las paredes y su parroquia formada por gente de paso y el humo de la polución ensuciando los cristales. Pero allí he pasado sobremesas extraordinarias y así son las cosas. Me gusta más El Establo que La Brigada y seguramente Darín jamás comió en El Establo. Borges, no obstante, vivió cerca.

Me refiero a que no hay un mapa definitivo de ninguna ciudad.

Fernanda Trías en La ciudad invencible escribe sobre ello. Escribe sobre la experiencia de conquistar un territorio. Una gran ciudad. Toda urbe (Nueva York, Londres, París, Madrid) es fiera, hostil al recién llegado. Al menos en un principio.

Pero luego.

Luego sucede el amor o la derrota y hay quien regresa a sus orígenes y quien apuesta por unos nuevos orígenes en la ciudad a la que decidió migrar.

Fernanda Trías es uraguaya y escribe sobre su juvenil alunizaje en un Buenos Aires de calles traseras y periferia, el Buenos Aires de cuatro o cinco cuadras que transforma en su universo.

Sospecha Fernanda (o el personaje protagonista de La ciudad invencible) que en los puestos de flores de Buenos Aires se vende droga. Toda la noche abiertos. ¿Para qué? ¿Para quién?

Después alguien explica que no, que simplemente las flores no caben en el puesto y tienen que estar en la calle toda la noche y apenas cuesta unos pesos que un boliviano haga ese turno y guarde el género y, además, si se da el caso, venda alguna rosa a un noctámbulo enamorado.

Leyendas urbanas.

Quién sabe.

La ciudad es su leyenda y Fernanda Trías construye la suya propia.

Este libro es una crónica personal que, a ratos, nos interesa porque nos sentimos aludidos. Otras veces, la verdad, resulta perfectamente banal lo que Fernanda Trías trata de relatarnos. Bueno, no se puede ser sublime sin interrupción, por mucho que se empeñe ese poeta francés muerto hace más de un siglo.

La ciudad invisible me ha gustado porque tiene la cubierta amarilla, está editada por Demipage (que me ha deparado enormes descubrimientos literarios) y porque habla de Buenos Aires y porque contiene destellos de emocionante belleza. En el desamparo de esa Fernanda que trata de sobrevivir en Buenos Aires nos reconocemos.

“La literatura de Buenos Aires es Buenos Aires” escribe Fernanda Trías.

Pienso Buenos Aires y digo medialunas de grasa y Página 12, el agua sucia de la Boca, la terraza del Museo Quinquela Martín y Santa Evita.

La ciudad invencible es el diario de a bordo de una travesía hacia un océano mayor. O la vida.

La ciudad invencible. Fernanda Trías. Demipage. 135 páginas.

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