Las elucubraciones que escucho durante los últimos días provenientes de tirios y troyanos me mantienen entre estupefacta y acongojada. Algunos me confiesan que votarán a Podemos para fulminar el bipartidismo, que lo primordial es arrasar con el PPSOE, aunque ese nuevo escenario implique llevarse por delante a todo un país. Otros me revelan que identifican a Pablo Iglesias -sobre el cual dudo si ansía un escaño o un programa en prime time– como el Adolfo Suárez del siglo XXI, el prohombre impulsor de una segunda Transición, alguien que reconducirá a España por el camino de la prosperidad y la concordia. A esto hemos llegado. Y que conste en acta que los que descalifican encarnizadamente a los futuribles votantes de Podemos se están definiendo a sí mismos como antidemócratas consumados.

Pero, ¿qué es Podemos?  Pues es el caso Andratx, Baltar, Banca Catalana, basuras de Toledo, el caso Berzosa, las Black Cards, el caso Bomsai, Bon Sosec, Brugal, Bárcenas, CAM, CCM, la caja B, el desfalco de Caja Madrid, el caso Campeón, Conde Roa, Ciudad del Golf, el caso Dívar, Egües, Emarsa, Epsilon, los ERE de Andalucía, el caso Fabra, la financiación ilegal de los partidos, el caso Guateque, la trama Gürtel, el caso Harrag, la trama ITV, el caso Pasarela, Ibiza Centre, Interligare, el putiferio de la Justicia patria, Lasarte, la trama Malaya, las irregularidades del Madrid Arena, Mercasevilla, el caso Millet, la chapuza de Método 3, el caso Naseiro, el entramado Nóos,  el caso Palma Arena, Pokemon, Poniente, Porto, el escándalo de las preferentes, Pretoria, la operación Púnica… Por citar algunos: me dejo otros tantos en el tintero.

Podemos también es la aparente impunidad de las cúpulas, un sistema corrompido desde el núcleo, unos ciudadanos vapuleados, el abuso de poder, una fiscalidad cuasi confiscatoria, la pasividad de las altas esferas, el cabreo general, el desempleo de larga duración, la pobreza infantil, el drama de los desahucios, los privilegios de las élites mientras la sociedad se desangra, la falta de transparencia, la desvergüenza de los sindicatos, el derroche del dinero público, la falta de agallas y de liderazgo, los embustes como estandarte de la política contemporánea, el incumplimiento de las promesas electorales, el nepotismo, enchufismo y dedazos, el anteponer las mamandurrias partidistas al interés general, el saqueo del Estado, los injustos recortes en Sanidad y Educación.

Podemos es la chulería de Bárcenas, la soberbia de Rato, la doble moral de Pujol y la jeta de su prole, la ambición desmedida de Urdangarín, la codicia de Blesa, la nariz de Pinocho de Cospedal, las nubes de Zapatero, el endiosamiento de Aznar, las integrantes del club de las esposas lelas, la cobardía de Rajoy, la trompa del exmonarca, las delirantes ministras impuestas por cuota, el cinismo crónico de Granados…

Pero no se vayan todavía que aún hay más. Podemos es la falta de reacción de un Gobierno contra las cuerdas, la indiferencia de unos representantes que en vez de tomar medidas permanecen en su cómoda burbuja, la indolencia de unos gobernantes petrificados ante situación insostenible, pero que continúan amparados bajo sus caparazones institucionales.

Podemos es el voto de la venganza, de la gran revancha, del ajuste de cuentas.  Se avecina una dispersión del voto, un arco parlamentario multicolor, un auge de las formaciones más extremas e incluso de las antisistema. Los partidos mayoritarios se merecen un bofetón antológico, pero los calentones nunca fueron los mejores aliados para tomar decisiones acertadas. Lo que está en juego es el futuro de España y el porvenir de nuestros hijos.