Francisco González, presidente del BBVA, volvió a demostrar en la presentación de los resultados del grupo en 2014 que no es un banquero convencional. Cuando sus colegas evitan las declaraciones políticas, no duda en afirmar que “una falta de estabilidad política en España arruinará todos los esfuerzos realizados hasta ahora, que han permitido que estemos entrando en un círculo virtuoso que va a acelerar la creación de empleo”, que “los populismos nunca funcionan”, y que “francamente, no sé lo que es Podemos”.

Cuando todos hablan de riesgos geopolíticos, el presidente del BBVA lanza mensajes como que “el futuro del euro no depende de Grecia”; “no me preocupa Turquía porque es un factor de estabilidad en una zona muy inestable”; “no tenemos planes para irnos de Venezuela”; “para ser un banco global hay que estar en China, pero ningún grupo lo ha logrado hasta ahora, y volveremos allí cuando podamos tomar decisiones”. Aunque abiertamente reconoce el fracaso con el Citic chino, también saca pecho de los 1.000 millones de plusvalías obtenidas.

Tampoco es precisamente frecuente que un banquero lance ‘piropos’ a su máximo competidor, la presidenta del Santander, Ana Botín, por el viraje estratégico anunciado, aunque aproveche la ocasión para lanzar algún mensaje ‘envenenado’: “en el mundo digital hay que echarle mucha paciencia”.

Con mucha habilidad, el aparato del BBVA ha desactivado las comparaciones con el Santander sobre la vinculación de sus clientes. Mientras el Santander reconoce que de los 92 millones de clientes particulares, sólo 12,2 millones son vinculados, el consejero delegado del BBVA, Ángel Cano, habla de un 15% “poco activos” de los 50 millones que tiene el grupo, y cataloga como “activos” a 5,5 millones de los 7 millones que tiene en España.

Si el Santander fija su prioridad estratégica en la mayor vinculación del cliente, el BBVA aspira a “ser el mejor banco digital”, aunque Francisco González fija un plazo muy elástico, entre cinco años y diez, para hacerlo realidad. “Otros competidores empiezan a hablar de sus proyectos, nosotros llevamos mucho tiempo, siete años, trabajando en la transformación digital, porque tenemos muy claro que los que no hagan este camino, no podrán sobrevivir”, argumenta, mientras enfatiza: “detrás de la banca digital no puede haber una montaña de papel”.

El BBVA terminó 2014 con 12,3 millones de clientes digitales “activos” (5 millones en 2011), y 5,8 millones en el canal móvil (300.000 hace tres años), “un ritmo mucho más rápido de lo que esperábamos”, admite Cano. Francisco González, que destaca que el cliente digital es el “más vinculado, el que más oportunidades de negocio genera, porque ya no da un paso atrás”, reconoce que están aprendiendo mucho de la experiencia del Garanti turco, que lleva 12 años trabajando en el mundo digital. Incluso abre la puerta a comprar un banco para “quedarnos con la base de clientes”, desechando la parte física o convencional.

El ladrillo dejará de restar en 2016

Ángel Cano destaca el crecimiento en la captación de empresas como clientes del BBVA, la reducción del 30% de las pérdidas por el ‘ladrillo’ acumulado (876 millones en 2014), que dejará de restar en los resultados del grupo a partir de 2016. Y lanza un mensaje “optimista” sobre España, que destacará en la recuperación del crédito y en la aportación al beneficio del grupo; México, “pese al impacto de los menores precios del crudo”; EEUU, y Turquía, donde “Garanti será otro Bancomer para el grupo”, aunque reconoce su “incertidumbre” sobre Venezuela.

Los “retos” para este año son la integración de CatalunyaBanc, que espera iniciarse en abril, y del Garanti”. Y confirma que este año habrá dos dividendos en efectivo y otros tantos en ‘scrip’, para evolucionar progresivamente a la primera opción en 2017.