Tú también eres un superhéroe americano

24/08/2015

Carmela Díaz.

Un terrorista radical desenfunda una Kalashnikov en un tren europeo (eso acojona, ¿cómo diablos pudo acceder al transporte público un demente armado con un fusil de asalto y varias armas blancas?) y un par de jóvenes marines a los que se unen dos civiles ni se lo piensan: se abalanzan sobre él para reducirlo. A pelo, es decir, desarmados. ¿Por qué esperar a lo peor para sacar lo mejor? ¿Por qué la raza humana solo proyecta su grandeza en las situaciones más extremas?

HeroesLas personas sabemos ser excepcionales, justas, honorables, aunque algunos se esfuerzan por hacernos creer lo contrario (como el desgraciado que con un arsenal a cuestas pretendía provocar otra matanza en un tren o los sanguinarios que decapitan “infieles”). La verdadera esencia de las personas se muestra en las circunstancias difíciles. Y de esto, por desgracia, sabemos un rato. Hemos sufrido en la Historia contemporánea tragedias durísimas que nos han puesto a prueba; entonces, y solo entonces, acabamos demostrando nuestra fortaleza, nuestra inmensa solidaridad.

Carmela Díaz

Carmela Díaz

Los gestos desinteresados son habituales a lo largo y ancho del planeta. Policías heridos que permanecen en las zonas cero para ayudar, personal sanitario que acude voluntariamente a echar una mano, enfermos que piden el alta para ceder camas a las víctimas, hoteleros que ofrecen habitaciones gratuitas a familias afectadas, vecinos que vuelan raudos a auxiliar heridos, personal de servicios públicos que interrumpe su descanso para cooperar, soldados disfrutando de su periodo vacacional que arriesgan su vida para evitar masacres…

La solidaridad humana está contrastada: donamos órganos, regalamos nuestros glóbulos rojos, recaudamos fondos para el mal llamado tercer mundo, adoptamos animales abandonados… Es decir, que además de en las circunstancias críticas, la generosidad aflora en nuestro proceder cotidiano. Cuando nadie nos dirige, sesga ni manipula, cuando la espontaneidad fluye, no hay diferencia que valga: somos capaces de ayudarnos y salir adelante. Si las personas, seamos como seamos, tengamos la ideología y la religión que tengamos, pensemos como pensemos, nos propusiésemos como norma -tanto en la vida pública como en la privada- la ejemplaridad demostrada en tantísimas ocasiones excepcionales, seríamos imparables, además de admirables. ¿Y si nos obligamos a practicar el altruismo y la positividad cada día? Si esta calidez, esta garra, esta unidad, la redirigimos en todos los demás aspectos de los asuntos capitales, seríamos capaces de realizar cosas extraordinarias.

No aguardemos en el filo de la desgracia para exhibir todo lo bueno que llevamos dentro. De igual modo que la vida es frágil, pero inmensa -debemos exprimirla para no tener que lamentar lo que pudo haber sido y no fue-, la raza humana es compleja pero grandiosa: construyamos sobre valores sólidos, sobre lo que de verdad importa, para estar orgullosos de lo que somos y de lo que seremos.

Comportémonos como superhéroes anónimos en cada pequeño gesto, en cada humilde detalle de nuestra rutina. Cooperación, fraternidad, desinterés, cercanía, apoyo, unidad. Entretanto aplaudamos sin miedo a los que con su valentía y coraje han conseguido que ganen los buenos. Al menos por esta vez.

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