¿Los españoles somos hoy más pobres que ayer y menos que mañana? Según Mariano Rajoy, sí. Según José Luis Rodríguez Zapatero, no. El primer rifirrafe entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición tras la remodelación del Ejecutivo se convirtió el miércoles, 27 de octubre, en un cruce de datos de la última encuesta del INE sobre las condiciones de vida. La encuesta refleja un descenso del 1,3% de la riqueza relativa de los ciudadanos y coloca a uno de cada cinco por debajo del umbral de la pobreza, cifrado en 7.800 euros de ingreso anual. El presidente argumentó que la renta per cápita de los españoles ha aumentado en 3.600 euros desde 2004, situándose en el 104% de la media europea, por encima de Italia. Y el jefe de la oposición sostuvo que en 2010 hemos bajado al nivel de 2007 y si seguimos así acabaremos en “los tiempos de Felipe González”. Rajoy pidió a Zapatero que no congele las pensiones, que ayude a las pymes frente a la morosidad, que agilice la reforma de las cajas de ahorros y que resuelva el “lío monumental” del sector eléctrico. Y Zapatero le contestó que las pensiones han mejorado cinco puntos desde que él gobierna y le pidió que elija mejor las encuestas.

Sobre las pensiones volvió a la carga Soraya Sáenz de Santamaría contra Alfredo Pérez Rubalcaba, que se estrenaba como vicepresidente. Rubalcaba le aclaró que el Gobierno mantendrá la congelación en 2011, y la oponente le acusó de “ser fuerte con los más débiles” y le dijo que “hace falta mucho más que química para transformar la mentira en verdad”. El vicepresidente le replicó que el PP trata ahora de “lavar su imagen de partido antisocial, pero en ocho años de gobierno gastaron 2.000 millones en mejorar las pensiones y este Gobierno gasta 2.800 cada año. Los españoles no se olvidan de que ustedes se olvidan de ellos cuando están en el Gobierno”. Rubalcaba superó a Zapatero en aplausos del grupo socialista. Consciente de que había polarizado la atención, se felicitó de haber conseguido que por una vez Rajoy se quedara a escucharle.

Entonces saltó el diputado del PP Rafael Hernando: “Ustedes lo que han conseguido es tres millones de parados más”. Y a continuación le preguntó si va a cesar al comisario de policía que ha investigado el “caso Gürtel” y cuyo acróstico, JAG, aparece como perceptor de 200.000 euros en el “caso Malaya” de corrupción en Marbella. Rubalcaba aclaró que ésa era una acusación del abogado defensor de un procesado por la corrupción que fue archivada por el juez hace años. “Su pregunta sólo sirve para que mañana ese abogado exhiba el Diario de Sesiones”, dijo Rubalcaba antes de pedir a Rajoy que no consienta que defiendan a los corruptos “atacando al Estado de Derecho”. Pero acto seguido, el diputado del PP Ignacio Gil Lázaro remachó por vigésima sexta vez en el “caso Faisán”, sobre el chivatazo a unos etarras que esperaban en el bar con ese nombre el cobro de una extorsión durante la pasada negociación del Gobierno con ETA, y lograron huir cuando iban a ser detenidos. “Usted es el representante de aquel felipismo de la corrupción y los crímenes de Estado; no nos asusta; queremos la verdad; ZP y usted son la X del Faisán”, le espetó. Rubalcaba se limitó a contestar que los insultos y las calumnias de las que han sido objeto él y algunos mandos policiales quedarán en el Diario de Sesiones.

La escabrosa sesión puso de relieve la táctica renovada del PP de atacar más a Rubalcaba sin olvidar a Zapatero. Sólo los aplausos de los socialistas y de varios miembros del Gobierno, incluido el presidente, al diputado de Iniciativa per Catalunya, Joan Herrera, pusieron una nota amable en la sesión de control. Herrera se presenta por ICV a las elecciones catalanas y aprovechó una pregunta a Rubalcaba sobre la remodelación de “un Gobierno que nos escucha pero no nos hace caso” para despedirse de los compañeros. “Le deseamos lo mejor en su vida personal y política”, le contestó el vicepresidente.