Puestos a buscar excusas podríamos hablar de la banca italiana, que arrastró y de qué manera a todo el sector financiero, de la nueva rebaja del “rating” portugués a manos del tercer innombrable del sector, del renacido temor a la inflación, de los niveles de radiactividad en Japón y del empeoramiento de las perspectivas en la central nuclear de Fukushima. También podríamos mencionar a Trichet y su idea de elevar los tipos de interés y a no sé cuántas otras razones, pero no lo haré.

Señores, este mercado ha perdido las ganas de subir y depende exclusivamente de Wall Street. Sólo el FTSE parece tener una mínima autonomía (y tampoco mucha, no se crean) y el resto, demasiado anclados a un Dax que lleva ya semanas sin dar la talla, o demasiado martirizados por todo (como es el caso del Ibex), o no saben, o no pueden, o ambas cosas.

En estas circunstancias llevamos varias sesiones calcadas. Apertura volátil que se resuelve al alza, media vuelta espectacular y a mínimos del día, lugar en donde transcurre sin pena ni gloria la mayor parte de la mañana, con oscilaciones mínimas y a esperar a Wall Street. En todo caso, si hay algún dato americano antes del inicio de la sesión, se puede esperar algún mínimo movimiento pero si no lo hay, nada de nada.

Las mañanas se han vuelto pesadísimas pero aún queda una mínima esperanza. El Dax ha reaccionado a última hora y ha dejado un bonito martillo, que puede ser el principio de la nada o el final de todo, vaya usted a saber, pero ya saben que me gusta ver la botella medio llena.

En cualquier caso, si ustedes aún tienen la idea de que esto va a subir pueden hacer dos cosas. Si ya están dentro, mantener los stops ceñiditos que ya hemos tenido bastante susto y no es descartable algún otro. Si están fuera, empezar a buscar valores que hayan caído menos que el mercado en esta corrección. Puede que estemos próximos al momento de comprar, porque siempre que esto se pone pesado y nos aburren es cuando empiezan a pasar cosas. ¡¡Qué manía tienen con hacer siempre las cosas al revés!!

Para la estadística queda que el Dax perdió un ínfimo 0,06%, que demostró poca fuerza, pocas ganas y menos ganas de aventura que de costumbre y que sólo salvó los muebles a remolque de Wall Street. El Ibex se dejó un 0,15% y poco fue para el desastre que se montó en la banca italiana y que tampoco sentó muy bien al sector financiero del resto de Europa. El CAC también dibujó un martillo pero se permitió el lujo de subir un 0,27% y eso que fue el que peor apertura tuvo de los cuatro grandes. El FTSE, por su parte, avanzó un 0,47% y queda como la gran esperanza blanca.