¿Para qué sirve un eurodiputado? ¿Alguna vez se lo han planteado o están ya tan acostumbrados a descarados que lo mismo les dan ocho que ochenta? Para los que alguna vez lo meditaron sin hallar explicación convincente, al fin obtenemos una respuesta clara: para rellenar los huecos “business class” de las líneas aéreas tras la crisis y los recortes empresariales. Creía entender que enviaban a Bruselas -como si de un cementerio de elefantes se tratase- a aquellos individuos que incomodaban a los gerifaltes partidistas, que desterraban a sujetos amortizados políticamente para que viviesen cómodamente unos cuantos años más a costa de los bolsillos de los contribuyentes, mientras los partidos a los que sirven se quitaban un marrón de encima. Pero acabamos de descubrirles una utilidad adicional: la de coleccionar privilegios innecesarios. Mientras estos desvergonzados montan en cólera por la posibilidad de viajar en turista, Sofía de Grecia lo hace a menudo, y todo un Primer Ministro inglés –David Cameron-, vuela en Easy Jet. Puede que nuestros eurodiputados teman ser avasallados por una multitud de fans enfervorecidos una vez traspasen esa gran barrera de protección que supone la cortinilla business -única diferencia junto a la prensa y el tentempié en un vuelo de dos horas- respecto a los billetes de clase turista. Es lógico que tales eminencias sientan pavor ante la posible avalancha de españoles eufóricos por compartir fila de asientos con esos héroes nacionales que son los eurodiputados. ¿Alguien sabe enumerarme, seguidito, sin pensar, el nombre de dos o tres de ellos? Pues eso, que si el Parlamento Europeo desaparece, ni dios le va a echar en falta. Eso sí, el chorreo de millones que se funden al año solucionarían la situación de muchas familias necesitadas o podrían ser destinados a obra social. Ahí queda dicho. Bueno, y ya que nos ponemos, igual habría que borrar de un plumazo al Senado español y a la mayoría de los diputados nacionales. ¿Para qué queremos a 350 “señorías” que carecen  de iniciativa, de capacidad de decisión, de libertad de voto y hasta de expresión? ¿Sabían que Estados Unidos, con una población superior a 300 millones de habitantes, cuenta tan sólo con 435 congresistas en su Cámara de Representantes? Es decir, sólo setenta y cinco más para una potencia demográfica diez veces superior. Además, los congresistas estadounidenses sí tienen voz y libertad de voto. Los norteamericanos tendrán tantos defectos como los españoles -o más-, pero su sistema electoral es envidiable y su democracia ejemplar.

Por si no hubiésemos tenido bastante con tanta desfachatez, estos días hemos sufrido doble ración de sinvergonzonería: el emporio Chaves en todo su esplendor. Manolito y compañía se revolverán como gato panza arriba repitiendo la consabida cantinela de “somos santos”, “derecha caca”: algunos lerdos todavía se creerán las historias de ciencia ficción de los socialistas andaluces y hasta les votarán. Como espero que la Justicia siga su curso y dicte sentencia si debe hacerlo -la Ley penaliza que un descendiente actúe como mediador ante una administración pública que preside su propio padre-, yo sólo haré una simple pregunta a todo un Vicepresidente de España: ¿Cómo es posible que en una comunidad autónoma con un 30% de paro y casi un 50% de desempleo juvenil sus retoños gocen de tanta facilidad para conseguir trabajos, contratos, prebendas, negocios, intermediaciones, apoderamientos, comisiones, asientos en consejos de administración, etc. etc. etc.? ¿Ser prole de socialista andaluz equivale a disfrutar la dolce vita? Unos fenómenos los chavales, oigan… O unos superdotados de la golfería. De casta les vendrá a los galgos.

Twitter: @CarmelaDf