Desde el lunes no había nada que hacer, pese a las dos últimas reuniones celebradas (el lunes y jueves de esta misma semana) empresarios y sindicatos no han podido más que certificar la imposibilidad de cerrar un acuerdo para reformar la negociación colectiva, cediendo el testigo a la responsabilidad de legislar al Gobierno el próximo 10 de junio. Lo mismo ocurrió con la reforma laboral va a hacer en julio un año.

El primero en dar explicaciones del por qué de la ruptura fue el presidente de la CEOE, Juan Rosell, quien apuntaba como causa las “diferencias insalvables” de las propuestas, y lamentaba que los sindicatos hubieran sido “muy prudentes” en esta negociación, y no haber entendido las necesidades que en estos momentos de crisis tienen las empresas y la economía del país. Y en estas necesidades se incluye el “actual marco legal de la contratación” que ha demostrado no funcionar porque “los empresarios tienen pánico a contratar”.

El dirigente empresarial también defendió los esfuerzos realizados por las dos partes, siendo unos y otros “muy ambiciosos” en sus planteamientos y poner “demasiados temas sobre la mesa”, pese a lo “muy prudentes” que al final han resultado ser los sindicatos.

Consejos para el futuro

Por este motivo, Rosell aconsejó a los sindicatos “más valentía” para futuras negociaciones, ya que en la que ha fracasado “había buena música, pero nos ha faltado la letra”. Y ante las acusaciones por parte de UGT y CCOO, y este mismo jueves del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de que la CEOE ha cambiado su posición desde el 22-M, el presidente de la CEOE negó la mayor, asegurando que sus propuestas (surgidas de 600 folios presentados por todas las organizaciones empresariales) no han variado de las presentadas hacía cinco meses, incluidas las de la patronal madrileña (CEIM), conocida la pasada semana que no eran más que un compendio de las propuestas iniciales de la CEOE.

Pero estas explicaciones no han convencido a los sindicatos. El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, explicaba –tras la intervención de Rosell- que en diez días se habían producido tres acontecimientos que han hecho variar la posición de la patronal: las elecciones del 22-M, que parece “han animado” a los sectores más críticos de la CEOE a “poner límites más duros” a la cúpula empresarial, una rebelión interna de algunas organizaciones de la patronal, encabezadas por CEIM y las nuevas exigencias de Bruselas a Portugal para ser rescatado (rebajar el coste de despido de 30 a 10 días por año trabajado, entre otras propuestas). Tras esos tres “elementos”, la CEOE redacta un nuevo documento que nada tenía que ver con lo negociado sobre lo que se estaba “rozando” el principio de acuerdo.

Absentismo y mutuas

Los líderes sindicales confirmaron que en aras del acuerdo habían aceptado introducir en esta negociación dos materias que nada tenían que ver con los convenios colectivos: el absentismo laboral y la reforma de las mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. A cambio, la CEOE aceptaba no tratar el tema de la ultraactividad (el “decaimiento del convenio agotado el plazo de negociación”, como pretendían los empresarios inicialmente) e introducir mecanismos alternativos de mediación y arbitraje (como dar mayor protagonismo a las comisiones paritarias de los convenios y al SIMA –resolución extrajudicial de los conflictos) a fin de reducir la judicialización (en la actualidad anualmente se abren 350.000 procesos al año en los juzgados de lo social).

Tanto Cándido Méndez como Toxo dieron sus explicaciones de la ruptura en base al contenido de las medidas, pero aún así Rosell se mostró confiado en que lo pactado en materia de absentismo laboral y mutuas fuera firmado, extremo éste rechazado rotundamente por UGT y CCOO, que le han respondido que el acuerdo era “todo o nada” y como no ha sido posible reformar los convenios, tampoco apoyarán la reforma sobre absentismo laboral y mutuas.

Reforma por decreto ley

En lo que ambas partes coincidieron es que ahora debe ser el Gobierno el que el próximo 10 de junio apruebe su propio decreto ley, cuyo proyecto ya tiene redactado a la vista de los acontecimientos de las dos últimas semanas y la demora de la negociación, que debía haber estado finalizada el pasado 18 de marzo.

La secretaria de Estado de Trabajo, María Luz Rodríguez, confirmaba este mismo jueves que el documento del Gobierno tendrá muy en cuenta los avances logrados por empresarios y sindicatos durante las negociaciones, dado que la pasada semana el principio de acuerdo estuvo a “quince minutos” de firmarse, según reconoció esta misma semana Toxo.

La aproximación era tal que a la reunión del pasado lunes estaba previsto que asistiera el propio ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, un encuentro que se suspendió cuando los sindicatos recibieron varias horas antes un documento de cinco páginas de la CEOE que cambiaba todo lo negociado y prácticamente acordado hasta ese momento. Por eso, Méndez lamentaba profundamente que “el lunes CEOE hiciera correr hacia atrás las agujas del reloj… sepultando el proceso de negociación”.

Cándido Méndez recalcó que gran parte de este fracaso se debe a que el presidente de la CEOE “no se ha atrevido a dar el paso con las organizaciones sindicales, y la presión ambiental y un cierto temor escénico han podido contribuir a esa decisión”, pese a que se había profundizado en la flexibilidad interna de las empresas y se había encontrado el equilibrio para defender al mismo tiempo los derechos de los trabajadores.