Santiago Velázquez, autor de libros de cuentos («Huéspedes del olvido», «Todos los hombres que nunca seré«) y de novelas («La condena de Salomon Koninck», «La extraña ilusión», «Viaje de invierno«), cambia totalmente de registro con su nuevo trabajo. «Soñaré en tus manos» (Playa de Ákaba, 129 páginas) invita a conocer las peripecias vitales de los escritores y a zambullirse en sus obras.

Es un homenaje a la literatura, alejado totalmente de los cánones oficiales. Es precisamentre su carácter subjetivo, heterodoxo, el gran valor de la nueva obra de Santiago Velázquez. El único pero a «Soñaré en tus manos» es que sabe a poco con esa docena de artículos, que faltan escritores, algo que el autor reconoce cuando ‘amenaza’ con biografías de Anne Sexton, Alejo Carpentier, Thomas Bernhard o Ramiro Pinilla.

«Somos los libros que leemos», afirma Santiago Velázquez. «En ellos (o gracias a ellos, o por culpa de ellos) se forja nuestro carácter y aún nuestra imaginación y sensibilidad», añade en el prólogo. Antes, en la dedicatoria, una cita de Samuel Beckett, otro que debería aparecer en esta lista: «Todo artista que se apuesta la vida está solo«.

Santiago Velázquez muestra en «Soñaré en tus manos» a Herman Melville, Rodolfo Walsh, Charles Bukowski, Richard Yates, Ray Bradbury, Silvia Plath, Alejandro Dumas padre, Thomas Mann, Kunt Hamsun, Boris Vian, Stefan Zweig, W. G. Sebald, Pío Baroja, Cela, Quevedo, Miguel Delibes, Francisco Umbral, y a Leopoldo María Panero.

De todos los retratos se aprende algo. Y en todos se da el milagro de la literatura: crear una vida.

«Ni en la literatura, ni en el arte, ni en la ciencia, puede haber reglas ni métodos para una cosa tan íntima y subjetiva como la creación», proclama Pío Baroja.

Y «El Buscón» de Quevedo nos impele: «nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y de costumbres».