Un homenaje a las novelas de aventuras y al mar

16/11/2018

Miguel Ángel Valero. "Los peores piratas siempre te los vas a encontrar en tierra", escribe Juan Carlos Vázquez, en "Los nombres de los barcos", XXXVII Premio de Novela Felipe Trigo.

El Premio de Novela Felipe Trigo, que impulsa cada año el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena (Badajoz), revalida su fama a la hora de sacar a la luz a autores prácticamente desconocidos. Tras 35 ediciones de un galardón mítico, pero prácticamente de alcance local o como mucho provincial, el Felipe Trigo ha ganado peso, calidad, y sobre todo notoriedad desde que la Fundación José Manuel Lara se hace cargo de la publicación de la obra. El año pasado fue «Morderás el polvo«, de Roberto Osa. Y este año, «Los nombres de los barcos», del periodista Juan Carlos Vázquez.

El que fuera redactor jefe del «Diario de León» y actual responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales de El Corte Inglés en Castilla y León se revela en «Los nombres de los barcos» como un narrador nato, pese a ser la primera novela que publica, y se le nota el oficio de procedencia en un estilo casi cinematográfico a la hora de contar las cosas. Dice Ignacio Garmendia en la presentación que «lo ha puesto muy fácil para su transformación en un guión para su adaptación al cine o a la televisión».

En 278 páginas se suceden el robo por encargo de dos cuadros (uno de ellos, «El Martha McKeen», de Edward Hopper, ilustra la portada de la novela) en el Museo Thyseen, aprovechando los festejos del título de Liga del Atlético de Madrid en torno a la fuente de Neptuno, el naufragio de un mercante (con su trama de paraísos fiscales, banderas de conveniencia, régimen de semiesclavitud de la tripulación, muy bien mostrada en la narración), la venta de un velero, una travesía por el Mediterráneo, y las maldades de un magnate ruso amante de las cacerías humanas y de su católico abogado, entre otras peripecias.

«Los nombres de los barcos» es una novela de aventuras con trama policiaca que quiere ser, ni más ni menos, que un homenaje a las novelas de aventuras, las clásicas pero también las modernas (Vázquez menciona, entre otros, a Arturo Pérez Reverte, Patrick O’Bryan, Justin Scott, Alejandro Paternain, Nicholas Monssarrat). Lo hace con un lenguaje sin florituras, que saca el máximo partido al léxico del mar.

Porque «Los nombres de los barcos» es, en realidad, un homenaje al mar. «La trama del robo en el Thyssen casi es una discukpa para que la historia zarpe y se haga a la mar», confiesa Juan Carlos Vázquez. Sabe de lo que habla, porque tiene el título de patrón, ha tenido su velero, «Raitán», y se ha recorrido prácticamente todo el Mediterráneo.  Por eso su novela huele a yodo, a brea, a puerto, a sentina de barco. En definitiva, a mar.

Juan Carlos Vázquez explica que el robo de un cuadro le dio la idea de la novela. «Los robos de obras de arte son muy novelescos», se justifica. Cree que no hay elementos autobiográficos en la obra. Pide al lector que la lea «como una aventura y que se lo pase bien».

Pero quede constancia de que, tras leer «Los nombres de los barcos», es evidente que «los peores piratas siempre te los vas a encontrar en tierra«, como aparece en la página 69.

Ahora hay que esperar que Juan Carlos Vázquez termine su segunda novela, ambientada en las cuencas mineras que tan bien conoce (nació en Quirós, Asturias). «Las aventuras que ocurren en la mina, como los héroes que las protagonizan, son desconocidas porque suceden sin luz, en lo más profundo de la tierra», explica, sin darle importancia a que supuestamente «trae mala suerte hablar de los proyectos que no están acabados».

 

 

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