El hombre de la pregunta más cara publica sus memorias

30/11/2018

Miguel Ángel Valero. Mariano Guindal da en "Un hombre con buena suerte" una lección de fe en la vida, en el amor, en la verdad, en la amistad, porque "incluso en las circunstancias más adversas, siempre me he sentido afortunado". También es una demostración del afán de superación personal y de la tremenda fuerza del periodismo para tratar de hacer un mundo mejor.

En las páginas 338-342 de «Un hombre con buena suerte. Memorias apasionadas de un reportero»(Península, 589 páginas) cuenta Mariano Guindal todo lo que debe saberse sobre la pregunta más cara de la historia de España y que desencadenó la expropiación de Rumasa, apenas unos meses después de que el PSOE de Felipe González llegara a La Moncloa. La intervención del laberíntico y tramposo grupo de empresas de José María Ruiz Mateos se produjo el 23 de febrero de 1983, dos años exactos del golpe de Estado de Tejero, Armada, Milans del Bosch y su cuadrilla de militares salvapatrias.

Pero se equivocará quien lea las memorias de Mariano Guindal solamente por la famosísima pregunta a Miguel Boyer: «Señor ministro, ¿qué pasa con Rumasa?». Porque este libro es mucho más que esa anécdota. Es la historia de cómo un hombre nacido en una chabola de los arrabales del Madrid de la postguerra, huérfano de padre a los dos años, con su madre fregando escaleras para dar de comer a sus hijos, criado en un orfanato, llegó a convertirse en uno de los mejores periodistas económicos en los estertores de la dictadura del general Franco y en la Transición, en la denominada generación del 98..

Es también una lección de fe en la amistad, en la humanidad, pese a todo. Como reza la cita que abre el libro, «hay dos formas de ser rico en esta vida: una esteniendo mucho dinero; la otra es tener muchos amigos, pero no puedes tener ambas».

En eso Mariano se equivoca. Y lo reconoce en el epílogo, cuando admite que «la buen a suerte no existe, hay que saber gestionar la mala suerte y ser consciente de que no hay nada gratis». Mariano Guindal no es un hombre con buena suerte. Es un hombre con muchos amigos, como pudo comprobar él mismo, emocionado hasta las trancas, en la recepción del premio Carlos Humanes de Periodismo Económico. Esos amigos que inundan las páginas de estas memorias, y sirva como aglutinante de esa multitud a Manu Leguineche, el alma mater de Colpisa, ya fallecido, sin el que seguramente Mariano Guindal no hubiera sido el periodista que es ahora.

Es la historia de una persona que cree en los demás, en el amor, en la bondad. Alguien que ha hecho caso a su abuelo Ignacio, un pastor de ovejas que siempre le decía que debía ser una buena persona porque la bondad es la máxima expresión de la inteligencia.

Se trata de un libro que muestra una enorme fe en la vida, máxime cuando su autor lleva una década batallando con el cáncer, la peor de las noticias que uno puede llegar a recibir. «Hay que jugar todas las cartas, sobre todo cuando vienen mal dadas», proclama Mariano Guindal.

Y sobre todo en la verdad. Se nota al periodista hecho a sí mismo, autodidacta, cuando da fe en sus memorias de algunos de sus errores. Que casi destaca más que sus aciertos y sus exclusivas.

«Otra de las lecciones que me ha dado la vida es que no hay atajos y que lo más rentable es hacer siempre lo correcto», cuenta Guindal.

La generación silenciosa

También es un libro que transmite una gran esperanza en España. «Hace sesenta y siete años éramos pobres de solemnidad y, gracias al esfuerzo y a la perseverancia, hemos sabido progresar y creado un marco en el que es posible prosperar honestamente», cuenta Mariano Guindal.

Las memorias del hombre que hizo la pregunta más cara de la historia de España son ya parte de ésta. Porque hay un paralelismo evidente entre su vida y los acontecimientos que vive este país desde los años 50 del pasado siglo: la posguerra, los estertores de la dictadura franquista, la Transición, los años de Gobiernos socialista, las crisis, y la actual etapa de recuperación. Toda una lección de Historia narrada en primera persona, por un testigo presencial de muchos de esos acontecimientos.

«Sin duda alguna, el milagro económico español lo hicieron  posible nuestros padres, esa generación silenciosa de la posguerra que tuvo la inteligencia natural de apostar por la enseñanza para sacar a su prole de la pobreza», escribe Mariano Guindal.

Y termina con un ruego: «espero que algún día mis hijos y mis nietos puedan reconocer el esfuerzo que nosotros hemos hecho para intentar hacer un mundo mejor».

Y con un mensaje de esperanza: «espero seguir viviendo más, porque la vida merece ser vivida». Así sea.

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