Se habla mucho de igualdad. Todos los días en prensa, radio y televisión se hacen comentarios al respecto de la necesidad de que se reconozca el talento femenino. Se han aprobado leyes incentivadoras, y existe la sugerencia legal para 2015 de que el 50% femenino de la población, tenga su representación correspondiente en los consejos de administración.

Se dice mucho, ¿pero qué se hace? Recientemente se publicaba en un dominical un fantástico reportaje titulado “La imagen del poder”, en el que se retrataba a la alta dirección de las principales empresas españolas. Ya saben. Esas que tienen negocios en medio mundo, cotizan en Bolsa, y tienen unas cifras de negocio a las que no sabría poner ceros si tuviera que pasarla a pesetas… Y saben qué. Les resumo: la imagen del poder en España es la de un varón blanco, de más de sesenta años. El poder no es paritario ni por asomo. Ni en sexos ni en edades. Eva Levy, headhunter experta en la búsqueda de mujeres para consejos, me comentaba que las últimas salidas que se han producido en los consejos, era de personas que superaban ¡¡los 80 años!!

Esta falta de representación de edades y sexos tiene que incidir sin duda en la toma de decisiones de estos organismos. El relevo generacional y contar con una representación diversa para poder entender las necesidades del colectivo al que la empresa se dirige parece de Perogrullo, pero la realidad, es bien distinta. Ni siquiera en sectores punteros tecnológicos o de comunicaciones, o en los altamente competitivos como la banca, se tiene en cuenta este hecho. Yo lo entiendo. La aversión al cambio es muy humana….

Es cierto que cada vez hay más empresas que están implantando mecanismos para promocionar mujeres dentro de su plantilla. Planes de formación a medida, coaching,  programas de detección de talento… Siempre están los que consideran que la discriminación positiva está haciendo más daño que otra cosa. Pero es que en algunos casos, no hay más remedio que ir por la vía de la imposición. Siempre se cuenta el caso de una filarmónica norteamericana compuesta mayoritariamente por hombres, que determinó hacer la selección de músicos con el intérprete tocando detrás de una cortina y anónimamente. Esta fue la única forma de conseguir que se incorporaran mujeres…

La teoría dice que para tener éxito y ser competitivos es necesario que estén los mejores en cada puesto y para cada caso. Es difícil entender que en ese escenario, las mujeres no tengamos nuestro espacio de eficiencia.

Queda mucho por hacer por supuesto. Y desde luego, no creo que con iniciativas como la famosa del orden de los apellidos que tanto está dando que hablar estos días, consigamos avanzar nada. Seguimos dejando que los árboles no nos dejen ver el bosque…