El ayuno de dopamina es una moda sin fundamento importada de Silicon Valley

19/01/2020

Rafael San Román, psicólogo de Ifeel.

Ojo, puede ser perjudicial para nuestra salud.

Periódicamente nos llega desde Silicon Valley alguna ocurrencia, más o menos original, sobre el nuevo hallazgo empresarial que cambiará la forma de entender el mundo tal y como lo conocemos… o quizá no cambiará nada. Lo último en el rincón más ultramoderno de California es: el ayuno de dopamina. Creer que el cerebro ayuna…

A menudo —porque es lo más jugoso para crear modas y conseguir titulares— la dopamina se asocia solo con el placer o la gratificación. Sin embargo, es un neurotransmisor que nuestro cerebro produce con diferentes objetivos relacionados también con la motivación, la afectividad y el control motor. Una severa alteración de los niveles de dopamina en nuestro cerebro está presente en diferentes problemas de salud, incluyendo ciertas enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas.

En un entorno como el de Silicon Valley, donde la sobreestimulación tecnológica es algo tan asumido como que para respirar hace falta oxígeno, se ha llegado a la conclusión de que eso nos lleva a producir más dopamina de la recomendable, que nos volvemos tolerantes a sus efectos y que necesitamos seguir sobreestimulándonos para no dejar de lograrlos, saturando nuestro cerebro. Un nuevo gurú, esta vez proveniente del campo de la psicoterapia, ha dado con la solución. Para regular nuestros niveles de dopamina, disfrutar con bríos renovados de aquellas actividades a cuyos efectos placenteros nos hemos habituado y, según la letra no tan pequeña del prospecto, producir más y mejor para que nuestros CEO y managers (gerentes, en castellano antiguo) puedan dormir más y mejor, hay que… ayunar de dopamina. Con el ayuno (restricción de actividades placenteras que fomentan la secreción de esta sustancia) se interrumpiría esa sobreestimulación, permitiendo que el organismo se deshabitúe al dichoso neurotransmisor.

Y es que detrás de este tipo de técnicas, que ascienden a la categoría de moda en menos que se actualiza una app, está el objetivo de mejorar la productividad de ejecutivos muy estresados e hiperconectados a la tecnología, y no tanto, como por un momento parece, la mejora bienintencionada de la salud de las personas. Así que, si le gusta experimentar con su cerebro —o creer que experimenta con su cerebro— y está programando su próximo ayuno de dopamina, conviene que se pregunte: ¿esto lo hago para mejorar mi salud o la de mi empresa?

Los empleados más saludables siempre son, potencialmente, más productivos. Sin embargo, no está tan claro que los trabajadores muy productivos sean siempre quienes disfrutan de un buen estado de salud. Más a menudo de lo deseable son trabajadores muy productivos, a pesar de su mal estado de salud o a costa de su buen estado de salud.

Tampoco caigamos en la trampa de las etiquetas. Si el ayuno de dopamina consiste en no llevar a cabo algunas actividades que sobreestimulan la actividad cerebral, de manera que al rebajarlas la persona se siente descansada, dispone de más tiempo y energía para otras actividades no tan sobreestimulantes, y así poder trabajar mejor luego, entonces, ¿por qué no llamarlo simplemente descansar de ordenador y de móvil y dedicarse a pasear, correr, quedar con otras personas y luego dormir mejor, en lugar de llamarlo “ayuno de dopamina”? Sin una manipulación rigurosa de las variables que manejamos, y sin instrumentos de medición reales de nuestra producción de neurotransmisores, no podemos estar seguros de qué efecto real estamos causando sobre ella con nuestras restricciones conductuales. Las etiquetas, referidas a conceptos dudosos, no deberían ser utilizadas como el último alarido en salud para personas amantes de las modas dudosas en general, ni para ejecutivos estresados en particular, porque no lo son.

Imagen: Louis Hansel (obtenida en unsplash.com y modificada).

Creo honestamente que lo que le va bien al cerebro no es ayunar, sino comer como es debido. Disfrutar de los estímulos que nos brinda la vida de una manera ordenada, asumiendo los principios naturales del aprendizaje (por ejemplo, que todo cansa, que lo nuevo envejece, que lo mucho satura, que el descanso ayuda a resetear). Sabiendo, en fin, que los estímulos son a veces más agradables o impactantes, y otras, más neutros simplemente porque así es la vida. Eso evitaría tener que hacer piruetas pseudoterapéuticas para convencernos de que estamos manipulando conscientemente la actividad de nuestros neurotransmisores. Llámenme loco, pero quizá si nos comportáramos de manera sensata con nuestra dopamina en nuestra vida cotidiana -hasta donde podemos controlarla- no tendríamos que hacer presuntos ayunos para regular lo que no está tan claro que esté desregulado.

En resumen, como psicólogo de Ifeel, opino que limitar la conexión que hacemos a nuestros aparatos tecnológicos y redes sociales siempre será recomendable. Dejar de comer o de hablar con gente durante días con el único objetivo de reprogramar nuestros niveles de dopamina no tiene fundamento científico alguno y, además, es perjudicial para la salud.

Rafael San Román, psicólogo de Ifeel.

Rafael San Román (en Twitter, @psicoduelo) es psicólogo de Ifeel (@ifeelonline), una plataforma de psicólogos que ofrecen terapia online mediante una aplicación disponible en más de 30 países. Los usuarios durante el primer semestre de 2019 alcanzaron los 250.000 en todo el mundo. Ifeel resultó ganadora del Seal of Excellence de la Comisión Europea en 2018 y hoy día colabora con el Colegio de Psicólogos de Madrid

Más información
⇒ Leer el comunicado de Ifeel titulado Desmontando el mito del ayuno de dopamina

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