Lo explica muy bien Ken Follett en la introducción a «Nunca» (835 páginas, Plaza Janés, traducción de Ana Isabel Sánchez Díez, Raúl Sastre Letona y José Serra Marín): «Me impactó darme cuenta de que la Primera Guerra Mundial fue una guerra que nadie quería». Y se pregunta: «¿podría volver a ocurrir?».

La respuesta parece estar en el proverbio chino que abre el libro: «Dos tigres no pueden vivir en la misma montaña».

La última obra del autor de las sagas de «Los pilares de la Tierra» y de «The Century» muestra que es posible la Tercera Guerra Mundial. Lo que cuenta es verosímil, incluso hasta probable. Nadie quiere la guerra pero todos toman decisiones que llevan inexorablemente al mayor conflicto que el mundo jamás puede llegar a conocer, un enfrentamiento nuclear.

Ojalá que nunca suceda. Pero «Nunca» es una advertencia de que puede pasar. Pocos días después de devorar las 835 páginas del libro, un comunicado conjunto de las grandes potencias (Francia, Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido) apunta en la misma dirección que la obra de Ken Follett: «Creemos que una guerra nuclear nunca será ganada y no debe ser luchada. El uso de armas nucleares puede tener graves consecuencias, por lo que reiteramos que estas armas deben ser únicamente utilizadas para fines de defensa y para prevenir guerras».

De que un incidente en Chad, donde se combinan en el desierto del Sáhara los tres negocios más rentables (el tráfico de armas, de personas y de drogas) con el terrorismo, puede desembocar, al igual que el aleteo de una mariposa llega a ser percibido en la otra parte del mundo, en la Tercera Guerra Mundial.

«Nunca» es también una lección magistral de geopolítica. La presidenta más baja de Estados Unidos, apenas metro y medio, tiene que gestionar las sucesivas crisis que Ken Follett describe en su obra, entre ellas una protagonizada por su vicepresidente, frente al ala más derechista de su Partido Republicano, con James Moore (que llega a parecer una caricatura de Donald Trump), las locuras de los líderes de Corea del Norte, los atentados yihadistas, y los pulsos entre ‘halcones’ y ‘palomas’ en China, y en Japón.

Todos parecen dispuestos a hacer todo lo posible para evitar una guerra innecesaria y llevar a la humanidad y al planeta hasta el filo del abismo, hasta las mismísimas puertas del infierno. Pero cuando un acto de agresión conduce a una respuesta o a una venganza todavía mayor, las potencias más poderosas del mundo se ven atrapadas en una compleja telaraña de la que no es fácil salir.

Ken Follett describe una frenética carrera contrarrelojo para tratar de detener la destrucción del planeta.

Ojalá la realidad no supere a la ficción de «Nunca».