Draghi hace lo que hay que hacer

03/11/2011

Miguel Larrañaga. 03-11-2011

Si ayer tomábamos el asunto como si se tratara de un combate de boxeo, hoy lo haremos como si fuera la liguilla de clasificación para un mundial de fútbol y el resultado del partido inaugual ha sido Draghi 1 – Papandreu 0. El nuevo jefe del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha tardado exactamente tres días en hacer lo que Trichet se negó a hacer durante meses, rebajar los tipos de interés en la Eurozona y ha ganado la partida por la primera plana al pobre Papandreu, del que cada vez está más claro que jugó un farol enorme.

Vayamos por partes. Lo de Draghi es, sin duda, un aviso a navegantes. No está dispuesto a que presuntas presiones inflacionistas cercenen por completo las posibilidades de recuperación de la maltrecha economía europea, así que ha hecho el movimiento más esperado del día, bajar los tipos de interés un cuarto de punto. Hay quien dice que Trichet lo hubiera hecho hace un mes pero que prefirió dejarle a Draghi el «honor», pero mucho me temo que lo que hizo Trichet fue aferrarse a su propio error y no enmendarse a sí mismo la plana.

Dicho esto, debo decir que Draghi me ha parecido listo con este movimiento. Sienta sus reales en la poltrona, deja claras sus intenciones, pero se reserva un segundo tramo de bajada de los tipos por si la situación fuera realmente desesperada.

No me parece bien que alguien que pudo tener algo que ver, aunque sea de lejos, con la génesis de la crisis griega desde sus responsabilidades como mandamás en Europa de Goldman Sachs pueda ser ahora el jefe del BCE, pero debo admitir que sabe dónde se anda y tiene claro lo que va a hacer, lo que ya es decir mucho más de lo que jamás se pudo decir del funcionario Trichet.

Y ahora vayamos con el pobre Papandreu. Al primer ministro griego los dedos se le hacen huéspedes. Se tiró el inmenso farol del referéndum y resulta que no lo quiere ni él. No sé muy bien si el farol era para «uso interno» en busca de que le dejaran en paz los suyos y los contrarios, o para «uso externo», lo que equivaldría a decir que para que le dejaran en paz Merkel y Sarkozy.

Da un poco igual. Si era para consumo interno, hoy ha tenido que ofrecer su cabeza y un gobierno de coalición a cambio de olvidar lo del referéndum. Ha subido al estrado del Parlamento griego a defender el acuerdo de Grecia con la UE y poco le ha faltado para hacer juegos malabares desde la tribuna. Su situación era mala antes de lo de referéndum pero ahora es tan desesperada que ya hay quien cuenta con elecciones anticipadas.

Y sus socios, ahora sí, tan contentos. Le han congelado las ayudas y parece que les importa ya un bledo lo que ocurra (lo que tampoco es cierto pero hay que hacer teatro). Pero han conseguido arrancar a Berlusconi una promesa de reformas en solo diez días. Poco plazo me parece para lo que realmente se necesita en Italia, pero por algún sitio hay que empezar a enderezar el asunto italiano, que ese sí que puede arrasar con todo.

Total, que entre que Draghi se ha revuelto, que Papandreu se ha desdicho y que Berlusconi se ha comprometido, el día ha sido propicio para que los índices europeos prosiguieran con la recuperación. Evidentemente, una caída del 5% no se enjuga en un día ni en dos, pero ya estamos mucho más cerca de donde estábamos que hace sólo 48 horas.

Al cierre, el Dax había subido un 2,81%, el CAC un 2,73%, el Ibex un 1,61% y el FTSE un 1,12%. Cada cual va a su ritmo, pero todo parece congruente con lo que cada cual se desplomó.

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