Poco fuelle, buen comienzo y mal final. Ese es el resumen de una jornda bursátil americana marcada por el anuncio de la Fed de que volverá a hacer los test de estrés a sus entidades financieras principales para determinar si pueden o no aumentar el dividendo que pagan a sus accionistas o vender nuevas acciones en el mercado.

No es que sea ninguna sorpresa este anuncio, pero el maltrecho sector financiero estadounidense no está precisamente para tirar cohetes. Ha sido un lastre en la recuperación de los índices y amenaza con retrasar la salida de la crisis mientras otros sector tiran a muerte del carro.

En estas condiciones, las acciones del sector financiero volvieron a hacer de contrapeso en un mercado con ganas de recuperar algo del terreno perdido, al estilo de lo ocurrido en Europa. Pero como dicen en mi pueblo: lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.

Bastante bien resultó el cierre, con el S&P 500 avanzando dos centésimas porcentuales, y el Nasdaq Composite un 0,25% y el Dow, con los pesos pesados de la economía norteamericana, perdiendo un 0,14% y avisando a los optimistas que va a costar un riñón remontar.