Las prácticas son una pieza crucial en cualquier itinerario formativo

07/07/2023

Juanjo Amorín, fundador de Qualentum. Se precisa revalorizarlas, nunca demonizarlas.

En el lúltimo estudio desmocópico de Qualentum, hemos descubierto que 3 de cada 10 empresas dejarían de incorporar becarios a sus plantillas si tuviesen que ser dados de alta y remunerados. Sabemos que el Estatuto del Becario establece una serie de obligaciones para las compañías interesadas en introducir en su organización a personas en formación, y sin entrar en matices ideológicos, ni políticos, me gustaría dar una breve opinión sobre su futura aplicación.

Por un lado, tenemos un 30% de paro juvenil y más de 120.000 vacantes de tecnología sin cubrir. Por otro, las profesiones de todo tipo se están llenando de competencias digitales y tecnológicas: la gestión de las reservas en un hotel, las consultas de cualquier departamento comercial… ¡Incluso ha llegado al mundo de los lingüistas! Hoy sabemos que compañías tecnológicas e instituciones como la RAE se disputan a los licenciados en letras con conocimientos computacionales. ¿Por qué? Su objetivo es lograr que las máquinas hablen mejor y entiendan la ambigüedad del lenguaje natural. Es una curiosidad más, pero evidencia que la tecnología está cada vez más presente en todos los aspectos de nuestra vida, y por supuesto también en nuestro empleo.

Imagen: Cottonbro Studio (obtenida en pexels.com y modificada).

En este contexto cambiante, es fundamental que muchas empresas incorporen a personas en prácticas, porque así es como termina de formarse el alumno. La sociedad necesita entornos de prácticas donde nuestros futuros profesionales depuren su talento.

Obviamente, el objetivo de unas prácticas siempre ha de ser el de completar la formación del practicante con habilidades que le lleven a dominar el oficio en el que se está formando. Y utilizar el mecanismo de la práctica formativa para cubrir puestos de trabajo pensados para profesionales en relación laboral es fraude de ley. Pero una ley no puede basarse en la anécdota.

Una norma anacrónica
Se ha hecho una norma con pensamiento del siglo XX para resolver un problema del siglo XXI. En mi opinión, los autores del texto deberían haber sido más reformistas y se tendrían que haber cuestionado si el modo de aprender hoy es el mismo que cuando les tocó a ellos hace 20, 30 o 40 años. Dotar a las prácticas de un número de horas relacionado con la teoría en créditos (ECT) es anacrónico. Hay muchos ejemplos, pero dejo uno: si quiero estudiar un curso de Phyton (digamos que el lenguaje popular más de moda hoy en programación) con una duración de 100 horas (4 ECT), este estatuto limitaría mis prácticas en una empresa a unas 15 horas (el límite se fija en el 15% de las horas en que se concreten los créditos de la titulación o un máximo de 480 horas).

La norma ha pensado así: un ingeniero informático o un técnico superior de FP informática aprende Phyton en 3 semanas, de lunes a viernes, con una media de estudio de 7 horas diarias. Luego se va a una empresa y realiza la práctica de Phyton en 2 días (15 horas). La norma no ha pensado: Phyton se aprende compensando teoría y práctica. Y como mejor se aprende es combinando la asimilación teórica de la sintaxis, de las bibliotecas… con retos reales de resolución en los que se vea al alumno manipulando objetos y clases…

Hay que hacer normativas y leyes que se lo pongan fácil a las empresas y a los alumnos; que hagan que la transición de los centros formativos hacia la empresa sea fácil y cómoda para ambas partes. Como decía al principio, es imprescindible regular al empresario que cometa abusos, un alumno nunca puede ser mano de obra barata. Pero otra cosa muy distinta es poner trabas a que las empresas puedan acoger en sus organizaciones a jóvenes.

Es más, me atrevería a decir justo lo contrario: se debería premiar a las empresas que acojan becarios. Si tú facilitas tu espacio y expertise (experiencia) para que otros aprendan, estás contribuyendo de manera muy significativa al bien social común, y por tanto habría que recompensarte. ¿Cómo? Un ejemplo sería que optes a mayores subvenciones de la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (Fundae)  y se te dote de los fondos suficientes para el reskilling o reciclaje profesional de tu plantilla.

Mi opinión es clara: hay que revalorizar las prácticas y nunca demonizarlas. Acabemos con el estigma de que alguien en prácticas es el becario del café, y entendamos de una vez que estamos en un contexto cambiante en el que las prácticas son una pieza crucial en cualquier itinerario formativo.

Juanjo Amorín, fundador de Qualentum.

 

 

 

Juanjo Amorín es fundador y presidente ejecutivo de Qualentum (en Twitter, @qualentum). Tras su trayectoria profesional en el mundo tecnológico, Amorín @jjamorin) se dedica a la formación de perfiles tecnológicos.

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