El aleteo del tigre provoca un huracán en el jaguar

21/10/2023

Miguel Ángel Valero. 'Tigre gente' muestra el demoledor impacto en un parque natural de Bolivia de la caza del jaguar para atender a la gran demanda procedente de China.

Rafael Rodríguez Altamiranda, de Oxizonia, Alessandro Zara, activista, y Juan Mahiz, de la Universidad Andina de Mérida (Venezuela), en la presentación del documental. (Fotografía de José Ramón Mena).

El meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz (1938-2008) descubrió el efecto mariposa en 1961. Presentó sus resultados en un artículo en 1963. La frase “El aleteo de una mariposa en Brasil puede producir un tornado en Texas” fue pronunciada en una conferencia de Lorenz el 29 de diciembre de 1972 en la reunión anual de la American Association for the Advancement of Science. Sin embargo, el concepto ‘efecto mariposa’ no se hizo popular hasta que en 1987 el libro “Caos: la creación de una ciencia”, de James Gleick, se convierte en un ‘best seller’.

El documental ‘Tigre gente’, dirigido por Elizabeth Unger y producido por Harold Céspedes, concreta el efecto mariposa en el jaguar latinoamericano. Lo hace combinando dos luchas: la de Marcos, director del Parque Natural Madidi, en Ikiamas (Bolivia), y la de Laurel, periodista china especializada en el comercio ilegal de animales salvajes.

El problema que sufre Bolivia, como otros países de América Latina, es que en China el diente de tigre es muy apreciado, tanto como componente de la medicina tradicional como para amuleto. Y ese aleteo que está provocando la desaparición del tigre en China genera un huracán que está exterminando el jaguar en Bolivia, y concretamente en Madidi.

Ante la dificultad de encontrar tigres, la picaresca recurre al jaguar, ya que sus dientes son vendidos como si lo fueran. Se llegan a pagar 10.000 renminbi, la divisa china, por un par de dientes.

El documental, que también muestra el mercado al aire libre de animales salvajes que hay en Congo y el tráfico con el marfil, otro producto muy demandado en China, evidencia la creciente influencia de la potencia asiática en Latinoamérica, y especialmente en Bolivia. Y no se olvida de mostrar el gigantesco centro comercial de animales salvajes en Guangzhou, en China, con una impresionante oferta de estrellas de mar, tortugas, y múltiples insectos, o Hong Kong, centro mundial del comercio de aletas de tiburón.

Una medicina tradicional basada en elementos de animales salvajes (como el rinoceronte, el tigre) y el afán de lucro ignoran su impacto en el medio ambiente. Porque, como explica Rafael Rodríguez Altamiranda, biólogo de Oxizonia (productora del impresionante ‘La selva de cristal’, el documental que muestra su labor de reforestación de la Amazonía peruana), en la presentación del documental en Madrid (organizado por Acción Triángulo, Cinemateca Pedro Zerolo, Ambrosio Producciones, Oxizonia, y Fundación Contamos Contigo), no es solamente que se extinga un animal, es que se destroza todo el ecosistema en el que vivía.

Llama la atención la postura de la madre de Laurel, la periodista que combate el comercio ilegal de animales salvajes: «los conservacionistas exageráis». Y reprocha a su hija que se acuse a China, y en cambio no se hable del mercado del marfil en EEUU.

Otra visión es la del médico chino: «No hay evidencia científica clara, pero se siguen comprando productos basados en el tigre porque se cree que transmiten su fortaleza, su vigor, su vitalidad. Y mientras se compren, habrá contrabando de animales salvajes». Al mismo tiempo, apunta: «la medicina tradicional china es algo en lo que crees o no».

El resultado es que en China ya hay más tigres en cautividad, protegidos en los zoológicos, que en libertad.

El movimiento Feng Shui ve el tigre como un símbolo poderoso, adorado casi como un dios: «Entonces, ¿por qué matar a un dios?», replica. El tigre debe morir por causas naturales, porque «Dios creó todo» y porque «ningún animal debería extinguirse».

Laurel cree que «el pueblo chino debe ser castigado por el comercio ilegal de animales salvajes, duele ver que mi país es motor de ese negocio», y reclama soluciones culturales que cambien la mentalidad de los chinos, porque «no pensamos en nuestro impacto en la Naturaleza».

La única esperanza es que China ya ha endurecido las normas, aunque habrá que ver si eso se traduce en una prohibición total y efectiva del comercio con animales salvajes.

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