Negros fantasmas de la muerte

24/10/2023

Miguel Ángel Valero. "Esa capacidad de creación, que solo posee la especie humana, te vuelve inhumano", asegura Goya en la novela de Javier Alandes.

A las 2 horas y ocho minutos del 16 de abril de 1828, en Burdeos, a los 82 años de edad, fallece Francisco de Goya y Lucientes.  En 1888 el cónsul español en Burdeos, Joaquín Pereyra, se dispone a repatriar el cuerpo de Goya, en lo que debe ser su último servicio como cónsul y el cénit de una brillante carrera diplomática. Sin embargo, un hallazgo inesperado dará al traste con sus planes: al abrir la cripta, se descubrirá que al esqueleto de Goya le falta la cabeza.

Basada en el hecho real de la desaparición del cráneo del pintor de su tumba en Burdeos, «La última mirada de Goya» (Contraluz, 574 páginas), de Javier Alandes, es una novela que atrapa desde la primera frase y que suscita hambre de conocer más sobre Goya y el mundo que le rodeaba al terminar la última, que aúna realidad y ficción, acción y emoción. En la que no falta de nada, ni tampoco sobra: emoción, misterio, venganza, redención, amor, odio, peligro, asesinatos, solidaridad, conspiraciones, Historia, y muchas historias entrecruzadas en sus dos tramas (los últimos meses de vida de Goya, y la búsqueda de su cabeza 60 años después).

Una novela que muestra que todo un universo vive en la mirada de Goya, nada menos que seis décadas en el centro de la historia de España. También habla de la capacidad redentora del arte y el afán de salvaguardar todo lo que representa, y al mismo tiempo de que «te lo pide todo y te quita más de lo que te da». «Esa capacidad de creación, que solo posee la especie humana, te vuelve inhumano», asegura Goya en la obra.

Javier Alandes prefiere una visión más optimista que la del genial pintor: «El arte tiene la capacidad redentora de hacer que miremos dentro de nosotros mismos para averiguar de qué material estamos hechos. Cuando estamos delante de uno de esos icónicos cuadros, el silencio es sepulcral, señal de que un simple lienzo nos está haciendo
reflexionar y entrar en estado de introspección. El arte nos habla de quiénes fuimos y de quiénes somos. Para caminar hacia delante es necesario mirar de dónde venimos. Y eso es lo que el arte nos aporta: una mirada retrospectiva. El arte conserva la historia de un pueblo, construye una memoria colectiva».

«La última mirada de Goya» enseña que «la debilidad de un hombre comienza por las personas a las que ama», pero también que «la fortaleza de un hombre comienza con personas a las que amar y proteger».

Es también una combinación de Historia y de ficción que refuerza ésta.
Goya es un símbolo de lo que fueron los siglos XVIII y XIX español, de la lucha entre la Ilustración, la modernidad que viene de Francia, y el absolutismo de Fernando VII. Trabajó para cuatro reyes, lo que no le impidió, en parte gracias a la sordera, ser el padre de la Modernidad, un adelantado a su tiempo.

Tras codearse con la Corona, la nobleza, el clero, Goya descubre que «su sitio está con el pueblo», declara Javier Alandes en la entrevista concedida a diarioabierto.es.

«Pero vivir tantas vidas en una sola te puede llevar a acumular triunfos y a esconder demonios en tu interior», como muestra «La última mirada de Goya».

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