Hoy, algo diferente: os dejo mi artículo/historia, en forma de poema. Espero que guste.

Tú siempre ibas con el pañuelo anudado al cuello.
Mirabas tres veces por semana el calendario.
Siempre tomabas un vinito y unas anchoas
en el bar de la esquina. Y mirabas a una muchacha
que debía de tener la edad que yo tengo ahora.

Tú, me explicabas cosas sobre la vida.
Me decías que para amar no había tiempo
y que se quería más con la ausencia que con los besos.
Tú, te sujetabas al pañuelo de tu garganta al hablar,
a veces te salía una voz metálica y fría y me decías
que los inviernos serían muy fríos y las piernas de las mujeres
imposibles de tocar, como las copas, en los bares cerrados.

Te temblaba el pulso cuando me escribías algunos versos,
en las servilletas del Bar sin nombre.
Y en los temblores de tu pulso estaban los temblores de la vida
y de la carne (de las mujeres que amaste).
Guardé en pequeñas notas, tus maravillosos versos: historias de un poeta de calle,
de los que no hay ni habrá.

Me llegó un día la noticia, mientras servía una cerveza fría
a un obrero de barrio, de que habías muerto en tu casa,
en tu mecedora, mientras leías un libro.
Te morías pero nada se detuvo.
Ni la espuma de la cerveza.
Ni los pasos en la calle.

Aquel día me tembló a mí el pulso y releí unos versos tuyos
que colgué en el corcho, junto con las facturas:
«La chica de las medias de seda roja.
Esa que bebe y fuma tabaco malo.
Me señala con la punta de su tacón.
Mientras sueño con besar las yemas de sus dedos.
Ser la espuma de sus labios en su escote”.

Supe entonces que cuando alguien se muere lo hace
para renacer en nuestros pensamientos.
Mis amigos me animaron a escribir algunos versos
y me enseñaron que no hacía falta ser un gran poeta.

Que la escritura sencilla también gusta y nos llega al alma.
Por eso, a veces, escribo y parecen poemas mis letras.
Pero es todo gracias a esos amigos, algunos ya no están,
murieron, se fueron para quedarse siempre conmigo.
Pero yo trato de revivirlos a veces
escribiendo casi igual que lo hacían ellos.