Quiero poner encima de la mesa una propuesta que, a primera vista, puede parecer poco ortodoxa en términos de regulación laboral o de dinámica empresarial y quizás macroeconómica, pero que merece la pena analizar. Es lo que he denominado empleo a crédito. ¿Qué pasaría si un empresario, sin liquidez, con un proyecto concreto, pudiese ir al INEM a pedir prestados «parados» para desarrollar el proyecto? ¿Qué pasaría si un emprendedor, que no encuentra financiación, pudiese contar con algunos ingenieros o informáticos para iniciar su start-up, cedidos a crédito por el INEM? ¿Qué pasaría si un Instituto de Investigación Biomédica, siempre limitados en recursos y financiación, tuviese la oportunidad de hacer nuevos proyectos de investigación o ensayos clínicos empleando profesionales registrados en el INEM, cedidos temporalmente a crédito para esos proyectos?

Se me ocurren muchas posibilidades de movilizar parados a crédito, en un modelo de trueque de valor. Y, ¿cuál es el modelo de trueque?

Se basa en tres parámetros:

a) El INEM cede esos recursos al empresario o al emprendedor para un proyecto concreto y los sigue pagando mediante el subsidio de desempleo.

b) La empresa o la institución que recibe ese «empleo a crédito» retribuirá al INEM a futuro de dos formas, una vez alcanzado el objetivo del proyecto con éxito: contratando a los desempleados cedidos y, además de devolver el coste del subsidio de desempleo soportado por el INEM, retribuir con una parte del valor o beneficio alcanzado en el proyecto.

c) Y los desempleados: aceptan (¿obligatoriamente?) participar en un proyecto empresarial mientras están en el INEM a cambio de una expectativa de empleo futuro y una retribución adicional futura vinculada al éxito del proyecto en el que van a participar.

Es una primera aproximación a una idea. Cito a la escritora estadounidense Susan Sontag (1933-2004): «Amo las limitaciones, son las que provocan la inspiración».