Alguien dijo alguna vez: Si no vives por algo, morirás por nada. Esta frase me hace continuar hacía delante dentro de una vida que se mueve frenética, que apenas nos deja tiempo para respirar muy cerca de su oído y suspirar ¿sabes que un suspiro, en realidad, es un paréntesis donde se resume el tiempo?.

Vivimos inconscientemente, entre trenes y horarios. Vivimos mirando el reloj. Sin darnos cuenta que lo más hermoso reside en lo más sencillo, sin darnos cuenta de que ella… sí, de que ella nos mira tras los cristales y nos sonríe abrazando la taza del café con sus manos. Ella, esa persona con la que podrías ir al fin del mundo sin hablar, sin que resultase incómodo. Porque conocéis el lenguaje sin palabras, porque os entendéis tan solo con la mirada.

Vivimos y no somos conscientes de lo que nos estamos perdiendo. Pensamos que la vida dura siempre. Pero cada vez dura menos. No estamos programados para pensar que un día, todo este cielo, el suelo que pisas, las cosas que dices y te dicen, los besos que no das o que te dan suaves en las mejillas. Todo, un día, dejará de existir porque tú dejarás esta vida. Te marcharás. Y te lo llevarás todo contigo. Y querrás aferrarte a la vida con uñas y dientes. Y buscarás esa mala suerte en tu pasado o tu presente, sin encontrarla, porque no se trata de buscar nada, sino de entender y aceptar lo que nos toca a cada ser humano.

Vivimos cerca del precipicio. Imaginando sus besos, deseando llamarle, queriendo contarle algo, tratando de hacer eso. Vivimos la vida soñando.

Habría que besarle, llamarle, contarle y hacerlo. Porque las cosas que no haces se quedarán para siempre perdidas en ese tiempo de tu vida, que dejará de ser para siempre cuando tú ya no estés.

Mi teoría de vida transcendental, aunque me puedas tachar de loca es, que en esta vida estamos de paso para hacer determinadas cosas y cuando las hacemos tenemos que marcharnos. Se trata de arreglar errores de vidas pasadas, cosas vividas y en las que no fuiste todo lo bueno que debiste de ser. Vivirás todas las vidas necesarias, hasta ser la perfección de ti mismo, hasta lograr ser esa persona que la vida necesita y vivir una vida plena y feliz, siendo,  al fin, alguien capaz de poder ser feliz y hacer felices a los demás. Para lograr de este modo la eternidad. Tu eternidad.

Leon Tolstoi dijo: Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo.

Creo que no puedo estar más de acuerdo con esta frase. Si logras apreciar lo que tienes, sin desear demasiado lo que no tienes, lograrás ser un poco más feliz. Y todo tu ser se centrará en una sola cosa, en esa cosa importante que olvidamos a veces porque no tenemos tiempo o porque el tiempo es quien nos lleva y nos trae.

Ser felices. Simplemente eso. En esta vida que te ha tocado vivir.